viernes, 6 de octubre de 2023

Marruecos 2023

 

Considerando todos los sitios por donde me he movido con la bici, la verdad es que ya estaba tardando en dar el salto a otro continente, estando África tan cerca, y aunque la idea era inscribirme en alguna prueba, al final decidí organizar un viaje por mi cuenta cruzando a Marruecos.

Mi plan inicial era hacerlo en modo bikepacking con salida y final en Jerez, pasando el estrecho por Tarifa y haciendo una incursión por la zona de Tanger y Tetouan, pero entonces surgió  la invitación por parte unos amigos “autóctonos” para ir al país a explorar posibles opciones nuevas de trabajo y de paso hacer algo de turismo.



El primer día teníamos previsto estar en Tetouan, donde residen los anfitriones, para después desplazarnos hacia Rabat y Casablanca, donde pasaríamos un par de días más. Pero como íbamos a cruzar con el coche, “negocié” salir yo antes en la bici para juntarme con mi mujer ya en Algeciras.

Así la primera etapa de esta ”ruta intercontinental” sería Jerez-Algeciras, aprovechando para realizar el recorrido completo del Corredor Verde Dos Bahía, desde Puerto Real. La salida, desde la Torre Octogonal del Alcázar, haciendo un guiño a la cultura árabe.


Alcázar de Jerez


Tras atravesar El Puerto, paso a través de los Toruños  dirección  Puerto Real, siempre muy agradable a pesar de los estragos que ha hecho en algunos puntos el incendio de este verano, para plantarme frente a la Bahía de Cádiz, buscando el punto de inicio del Corredor Verde.

Los Toruños


La Bahía


El primer tramo, a través de los Pinares del Parque de las Cañadas, girando dirección a Medina, donde empecé a comprobar que el viento me iba a molestar en gran parte del recorrido. Tras superar los numerosos repechos de esta zona, por la circunvalación y sobre todo en el tramo hasta Benalup, bastante abierto, definitivamente el viento se convirtió en un problema al tenerlo totalmente de cara.

Parque de las Cañadas



Paso por “Puente Romano de los Tres Ojos”. Tramo Medina-Benalup.


Tras girar de nuevo después de bordear Benalup, el viento pasó a ser de costado, dando una tregua, aunque atravesando el puente de madera del Embalse del Celemín, por cierto sin rastro de agua, casi que me tira.

Puente de Madera del Emblase del Celemín


Tuve que desviarme hacia Las Lagunetas, para rellenar los botes y comer algo en la Venta, comprobando que llevaba 4 h 20 min, para 80 km, por lo que empecé a pensar que iba a andar muy justo… eran las 13:30, el Ferry salía a las 16:00, y me quedaban unos 45 km…

Me incorporé de nuevo al Corredor Verde Dos Bahías, iniciando el tramo sin duda más bonito, ya en pleno Parque de los Alcornocales, pero que a la vez es el más duro, con una larga subida hasta Valdeinfierno, incluyendo algunos repechos casi imposibles y un tramo de escalera en el que evidentemente hubo que poner pie a tierra.



Corredor Dos Bahías. Tramo Las Legunetas-Valdeinfierno.


Con bastante esfuerzo, por fin coroné, pero el retraso era ya mucho, así que cuando terminé la bajada, llamé a mi mujer para ver por dónde iba, y me resigne a que me recogiera en Los Barrios…Faltaban solo 12 km, pero eran ya las 15:15…podría haber llegado a Algeciras, pero con menos de 15 minutos de margen, así que hubiese sido muy arriesgado.


CLIC AQUÍ PARA VER RUTA: Jerez-Los Barrios (Intercontinental ruta 1)


Me disgustó no completar el recorrido previsto, pero al fin y al cabo, lo más interesante, por enfrentarme a lo desconocido, empezaría el día siguiente. El viaje en barco hasta Ceuta, perfecto, pero para seguir con las complicaciones, resultó que el día era festivo en Marruecos, con lo que había una afluencia masiva en la Frontera…4 horas pasaron hasta poder pasar.

Por fin en suelo marroquí, nos recogieron nuestros amigos y directamente nos llevaron a cenar a un Riad de Tetouan, regentado por una española, donde probamos los primeros tajines. Por el camino, la primera impresión fue, que salvo por los carteles en árabe, podríamos estar perfectamente en cualquier sitio de la Costa del Sol…

El día siguiente, impaciente por dar las primeras pedaladas en el Continente africano, estaba montado en la bici nada más amanecer. Solo tenía unas tres horas, ya que teníamos que desplazarnos hacia Rabat, pero suficiente para hacer una ruta basada en el recorrido de la Etapa 3 de El Mito gravel de este año, que se realizó por esta zona.

La salida desde el Centro de Tetouan, por el mismo camino que habíamos hecho por la noche, constatando que se trata de una zona totalmente “europeizada”…prácticamente solo destacan los Minaretes de las Mezquitas.




Tras el paso por M’Diq, la zona más turística y comercial, con su gran paseo marítimo, desvío para buscar el Barrage Asmir, bonito lago entre montañas, rodeado por una pista en perfectas condiciones, que fue de paso en la etapa africana de El Mito.


Playa de M’Diq


Barrage Asmir 


La Vuelta a Tetouan, de nuevo atravesando las grandes avenidas propias de una ciudad de cerca de 400.000 habitantes, completando los primeros 54 km en África. Se hizo corto, pero fue una buena primera aproximación.




El viaje a Rabat, bastante largo, pero nada más llegar me llevé la gran sorpresa de encontrar allí una obra que desconocía de la gran arquitecta Zaha Hadid: el Gran Teatro de Rabat, verdaderamente impresionante por el emplazamiento y el diseño inconfundible de su autora.


Gran teatro de Rabat


Igualmente impresionante, pero por otros motivos, El Mausoleo de Mohamed V en la explanada de la Torre Hasán…

Explanada de la Torre Hasán. Rabat.


Por la tarde, visita a la Medina y su mercadillo, donde les pillé a los niños la camiseta de Bellinghan por 5 euros… Y ya de noche, viaje a Casablanca, donde teníamos reservado el hotel.

Al día siguiente, mi rutina. Tempranito salida en bici, por los alrededores de Casablanca, que lo cierto es que para nada era como suponía. Se trata de una megaciudad de 5 millones de habitantes, totalmente cosmopolita, con grandes edificaciones de estilo “occidental” y con los problemas de circulación propios de estas grandes aglomeraciones urbanas.

Aún así, conseguí encontrar una ruta que resultara agradable, gracias también a que al ser Domingo, no había mucho tráfico.

De inicio, paso por la plaza de las Naciones Unidas, para ir bordeando la Medina, hasta encontrar la Gran Mezquita de Hassan II, el auténtico hito de la Ciudad, y que  fue construida entre 1985 y 1993, pero empleando para la decoración las técnicas artesanales propias del siglo XIII que pueden contemplarse por ejemplo en La Alhambra.

Plaza de las Naciones Unidas. Casablanca


Mezquita de Hassan II


La salida de la ciudad, por la zona costera, con un buen tramo de carril bici, atravesando urbanizaciones que me hacían pensar que podría estar perfectamente en Vistahermosa.

Salida de Casablabca por Parque de la Costa.


Lo que más me llamó la atención fue la enorme cantidad de gente que había corriendo por la calle, y sobre todo por la playa, yo diría que a miles.

Llegando a la localidad de Tamaris, di ya la vuelta, cogiendo por una carretera interior convencional, más aburrida y ya con más tráfico, para llegar al hotel, sumando otros 65 km por Marruecos.

Playa de Tamaris.


Los demás habían ido a desayunar, y el plan era quedar en la Mezquita para visitarla juntos. Así que ya vestido de calle, volví a coger la bici para ir hasta allí, con la mala suerte que mientras les esperaba, y estando parado, un policía me indicó que me apartase de donde estaba porque iba a pasar un vehículo, y al ir a moverme, me tropecé, cayendo a plomo de espaldas sobre la bici…lo peor fue el ridículo, pero daño es verdad que también me hice.



CLIC AQUÍ PARA VER RUTA: Casablanca (Intercontinental ruta 3)


Tocaba desplazamiento hacia El Jadida, donde en sus proximidades teníamos nuestro destino final: El gran hotel Mazagan, un gran resort de 5 estrellas, con playa privada, spa, casino, tiendas de lujo…pero que gracias a nuestros anfitriones, salía por un módico precio. No es que este tipo de establecimientos sean de mi agrado en especial, pero se trataba de pasar un día de relax, que a mí me permitía hacer una ruta algo más larga, y por zonas no tan urbanas.

Y lo cierto es que nada más salir del entorno del hotel, enseguida entré en la realidad. El contraste entre la zona más desarrollada, y la zona rural es enorme, diría que como viajar en el tiempo. De repente no había nada de tráfico y solo pasaban carros tirados por burros. Las edificaciones, muy dispersas, la mayoría prácticamente chabolas, y de vez en cuando, pequeñas escuelas a las que los niños acudían andando por los camino….el paisaje, se volvió semidesértico, y lo que terminó de asombrarme es que vi una pequeña mezquita y al acercarme, me di cuenta que había tumbas en el margen del camino. Pensé que no debería estar por allí y di media vuelta rápido…





Zona rural entorno a El Yadida



El regreso era por El Jadida ciudad, mucho más grande de lo que esperaba, pero sin un interés especial, salvo la zona amurallada, y la playa, que por momentos me recordaba a Valdelagrana



Vista de Chefchauen



Plaza Uta el Hamman





Calles de Chefchauen


CLIC AQUÍ PARA VER RUTA: Chefchaouen (Intercontinental Ruta 5)


En conclusión, Marruecos merece la pena conocerlo, y este viaje ha sido ideal como primera toma de contacto. Es cierto que sin ir acompañado con alguien del país, puede resultar complicado moverse, pero desde luego, en las zonas turísticas se puede estar con total tranquilidad.

Me quedé con  ganas de seguir conociéndolo, y aunque pensaba que la siguiente vez, cuando se pudiera, el objetivo sería  la zona de Marrakech, nada más estar de vuelta por Jerez y contar lo bien que había ido todo, los amigos Santi Martínez y Jesús Reyes, me plantearon que les gustaría tener esa experiencia, y ya que teníamos próximo el festivo del Día de la Hispanidad, decidimos aprovecharlo. Lo más inmediato, ir a Tánger, que era lo que tenía previsto en mi plan inicial, y tenía ya sacada la ruta.

Realizando los preparativos, comprobé que el ferry salía bastante más económico saliendo desde Algeciras que desde Tarifa, aunque tenía el inconveniente de que la llegada era en lugar de a Tánger Ville, al Puerto Tánger Med, con lo que para pasar por los puntos clave previstos, la ruta se alargaría hasta los 125 km. Confiamos en que no debíamos tener problemas con los horarios, ya que teníamos unas 7 horas de margen, pero menos mal que en el último momento, Santi y yo, decidimos ir con las bicis de carretera ya que el recorrido era todo por asfalto, en vez de con las gravel como habíamos hablado,  ya que resultó mucho más duro de lo que esperaba, y las gravel nos hubieran penalizado mucho.

Y sin ningún contratiempo, estábamos montados en el Ferry para cruzar el Estrecho, tomando un buen desayuno y sellando el pasaporte en el mismo barco, por lo que nada más desembarcar, estábamos pedaleando dirección Tánger.



La ida, por la carretera secundaria que bordea la Costa Norte, que nos permitía tener puntualmente vistas de la Península, aunque muy disipadas por la neblina. (En las fotos, ni se aprecía, pero verse, se veía).

Vista del Estrecho desde la Costa Norte de Marruecos.


Del grupo, yo era el único que ya había estado en Tánger, así que cuando por fin la tuvimos a la vista, Santi y Jesús se llevaron la sorpresa de comprobar la magnitud de la ciudad, que cuenta con cerca de un millón de habitantes.

Tánger


La entrada, por el kilométrico bulevar de Mohamed VI, pasando por un gran parque marítimo de cuidadísimo diseño, y llegando justo hasta el recinto amurallado de la Medina.



Bulevar Mohamed VI. Tánger.




Torre Dar El-Barud. Centro de interpretación de las fortificaciones de Tánger



Accedimos a la Medina por la Puerta que da a la Plaza Continental, comprobando enseguida lo concurrida que estaba, por lo que tuvimos que atravesarla a pie, pasando por la Gran Mezquita de Tánger, y saliendo por la plaza del Grand Socco, donde se ubica otra importante Mezquita.

Entrada a la Medina desde Plaza Continental


Paso por la Medina de Tánger


Puerta de la Gran Mezquita de Tánger


Mezaquita de Sidi Bouabid.


Tras algo de callejeo, con algún repecho fuerte, encontramos la carreta hacia Cap Spartel, el siguiente destino, pasando justo  por delante del Palacio Real, y la zona residencial de lujo de Tánger, y sus impolutos jardines.

Tras terminar el tramo de subida que traíamos desde que salimos de Tánger, y tener las primeras vistas sobre el Atlántico, rápida bajada hasta la costa, llegando al punto donde teóricamente,  se unen el Océano y el Mar Mediterráneo. Había leído que debido a las diferentes densidades de ambos, podía apreciarse la línea de unión, pero la verdad es que yo no noté ninguna diferencia…



Cap Spartel. 


Seguimos bajando, hasta llegar a la Playa de Achakkar,  donde nos sorprendimos al encontrar camellos. Nos ofrecieron dar una vuelta por 5 Dírham (0,50 €), pero no estábamos para eso.

Sí paramos a avituallar, y con 20 Dírham (2 €), tuvimos para tres coca colas, y una botella grande de agua…

Playa de Achakkar.


Desde ese punto, iniciábamos el camino de vuelta, que sería por una zona más interior, y con la preocupación del viento, que hasta ahora había sido favorable. La primera parte, pasando por el extrarradio de Tánger, a través de grandes avenidas, y un tramo de carreta nacional, donde encontramos bastante tráfico, hasta poder desviarnos por una carretera secundaria super tranquila, que ya nos llevaría de nuevo a la costa, y que resultó más interesante de lo que imaginaba, por los paisajes y un pintoresco pueblo con casas de colores que vimos.

Las dos últimas subidas que quedaban, pasaron factura, pero por fin, volvimos a ver el Mediterráneo, con lo que la cosa estaba ya hecha. La última foto, en las ruinas de Ksar Srhir, una fortificación mediaval del Siglo XIII.

Ruinas de Ksar Srhir


Quedaba solo llegar al Puerto y embarcar, terminando con 128 km, y 1.750 m de desnivel, con una media de solo 22 km/h, lo que indica que para nada fue fácil.

Llegamos al puerto bien de tiempo, pero tardamos más de una hora en estar subidos en el ferry por los numerosos controles que hubo que pasar, incluido un escaneo completo de las bicis… ni que fueran los de la UCI buscando doping tecnológico, je je.



En el viaje de vuelta estuvimos hablando sobre futuros planes, y con el Peñón de Gibraltar a la vista,  algo de lo que nos propusimos fue hacer algo allí.

Pero resulta que tenía que volver por Algeciras el fin de semana, lo que me permitía aprovechar para hacer otra ruta que cerraba esta serie que he llamado “Ruta Intercontinental”. Como comenté al principio, la idea inicial era haber pasado por Tarifa, por ser un sitio especialmente emblemático en el área del Estrecho, así que había que remediarlo.

Decidí salir de Los Barrios, para subir el espectacular puerto de la Zarza, en pleno Parque Natural de los Alcorncales, con la gravel por supuesto. Al inicio, encontré un sendero nuevo, la Puerta Verde de Algeciras, que llevaba hasta el inicio de la subida, con un primer tramo complicado por tratarse de un firme de piedras en muy mal estado, costando en ocasiones mantener el equilibrio. Superadas un par de cancelas, ya el estado va mejorando, estando muy bien la mayor parte de los 13 km que se suman de ascensión. Una parada obligatoria es en el Mirador de Hoyo De Don Pedro, donde se tiene por un lado una impresionante vista de la Bahía de Algeciras y el Peñón, y de la zona del Tajo de la Escobas por otro, donde tenía pensado llegar, pero que tuve que dejar para otra ocasión por no poder entretenerme tanto.



Mirador de Hoyo De Don Pedro


Me llevó hora y media llegar arriba, por lo que pensé recortar un poco y llegar directamente al Mirador del Estrecho por carretera, pero ya en la bajada tuve unas primeras vistas sobre África verdaderamente espectaculares, al haber un banco de niebla, del que sobresalía las montañas entre Tánger y Tetouan.

Vista del Estrecho desde Bajada Pto de la Zarza


En el Mirador del Estrecho, más o menos la misma imagen….

Mirador del Estrecho


En Tarifa, el punto donde se divide el Océano Atlántico y el Mediterráneo, es más evidente que en Cap Spartel, pero fue imposible sacar una foto buena con las dos placas, por la afluencia masiva de turistas que querían fotografiarse allí.



Antes de abandonar Tarifa, paso por la zona amurallada de la  Torre del Miramar, de origen Almorávide, nueva muestra de la estrecha relación que siempre ha existido entre el Sur de Europa y el Norte de África.

Torre del Miramar


La vuelta, para hacerla más interesante, por el carril del Parque Natural del Estrecho, aunque ya lo conocía y me resultó muy duro por el estado del firme. Pero es que merece la pena, por las vistas que se van teniendo de todo el litoral hasta la Torre de Guadalmesí,  donde ya se abandona la costa para ir buscando de nuevo la carretera de regreso a Algeciras, no sin antes superar un par de buenas subidas.


Carril del PN del Estrecho.


Torre de Guadalmesí.


A la hora que pasé por allí, la niebla prácticamente se había disipado, siendo cada vez más nítidas las vistas de la costa africana, lo que supuso un buen broche final para el reportaje sobre esta “aventura intercontinental”.

Vista del Estrecho desde el Cerro Tambor.


CLIC AQUÍ PARA VER RUTA: Tarifa (Ruta Intercontinental 7)


Lo dicho, experiencia en conjunto muy satisfactoria, pero que  me hubiera gustado más aún en modo bikepacking, para tener esa sensación de viajar en bici verdaderamente.


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