domingo, 20 de abril de 2025

Bikepacking “across Algarve”.

Aunque no entraba en los planes para este año, cuando mi mujer me comentó que le apetecía hacer una escapada al Algarve esta Semana Santa, enseguida se me encendió la lucecita y tras negociar con ella un poco, me dió el ok a que yo fuera en modo bikepacking desde Jerez para encontrarnos allí, y ya volvernos juntos en el coche. Ya lo he dicho en alguna otra ocasión...se merece un monumento.

El objetivo sería llegar a Ayamonte, y tras cruzar a Vilareal de Santo Antonio, recorrer toda la costa portuguesa hasta el cabo de Sao Vicente, siguiendo el trazado de la ciclovía del Algarve (Eurovelo 1).

Como ha sido medio improvisado, no hubo tiempo para probar antes a rodar por la playa, ya que lo ideal era atravesar Doñana directamente desde Sanlúcar, y sin controlar tampoco el tema de las mareas, decidí no arriesgar y plantearlo por carretera, aunque el recorrido hasta Huelva se alargaba unos 60 km.

Con este hándicap, empecé a planificar el trayecto, teniendo en cuenta que el punto de parada elegido en Portugal seria Silves, histórica ciudad de origen árabe y que llegó a ser la capital del Algarve.

Así, el recorrido quedó dividido en tres etapas: Jerez-Palos de la Frontera (197 km), Palos-Silves (195 km), y Silves-Cabo de Sao Vicente (107 km). En total, 499 km.


El día de partida era el Jueves Santo, y como había prevista ruta del CC Jerez, decidí compartir la primera parte del trayecto hasta Las Cabezas de San Juan por la NIV, y aunque asistieron menos compañeros de lo esperado, Jesús Caro, Jesús Reyes, Juan José y Bernardo, decidieron alargar para acompañarme hasta Los Palacios, donde tras despedirnos y agradecerles que me llevarán hasta allí en volandas, ya me desvié por los carriles de la zona del paraje del brazo Este, buscando la barcaza que cruza el Guadalquivir hasta Coria del Río, llegando ya con 92 km.

El grupo en as Cabezas de San Juan

Zona paraje Brazo del Este 

Paso del Guadalquivir hacia Coria del Río

Desde allí, paso por la Puebla donde paré a repostar, continuando por la carretera que bordea Doñana para comprobar  que se notan los efectos de las abundantes lluvias del mes de marzo. Me quedé con las ganas de haberme metido más adentro, pero había que ceñirse a lo previsto (Ya se organizará alguna ruta específica por la zona).


Paso por inmediaciones de Doñana.

Una vez pasadas las extensas tierras de cultivo de la zona de Villamanrique de la Condesa, entrada en la "Raya Real" que conduce por medio de pinares hasta la aldea del Rocío, abandonándola unos pocos kilómetros antes para recortar algo, aunque por momentos tuve complicaciones al meterme por un carril con mucha arena, en el que me quedé clavado un par de veces.

La "Raya Real", dirección Aldea del Rocío,


Encontrada de nuevo la carretera, llegada a Almonte, haciendo una segunda parada para comer, iniciando el tramo menos atractivo del día, salvo por el paso por Niebla, que sorprende por sus extraordinarias murallas, que no tienen nada que envidiar por ejemplo a las de Ávila.

Murallas de Niebla

Pero desde aquí, el cansancio empezó a notarse unido a que el viento que antes apenas había molestado, ahora era totalmente de cara, con lo que costaba bastante avanzar, quedando 30 km para la meta.

En San Juan del Puerto,  paré porque llevaba ya un rato apeteciéndome algo dulce, para afrontar los últimos 10 km, en los que una serie de repechitos, terminaron de darme la puntilla, pero ya por fin entraba en Palos de la Frontera, terminando en la plaza de España donde estaba el hotel que había reservado.

Salieron 199 km, consiguiendo bajar pese a todo de las 8 horas que había previsto, que no está mal.

Plaza de España. Palos de la Frontera

CLIC AQUÍ PARA VER RURTA: Jerez-Palos de la Frontera

La segunda etapa, al incluir el paso del Guadiana en ferry, estaba dividida en dos sectores: Palos de la Frontera- Ayamonte, y Villareal de Santo Antonio-Silves.

A la salida, vistazo a la ría del Tinto, aunque con la neblina que amaneció, poco pude ver, y paso por la zona de los "Lugares Colombinos", aquellos vinculados al descubrimiento de America, como el Monasterio de la Rábida, donde estuvo alojado Cristóbal Colón, o el muelle de las Carabelas.

Ribera del Río Tinto

Después, desvío hacia Huelva para entrar por la zona de la ribera del Odiel, donde destaca el imponente Muelle de la compañía Riotinto, construido a finales del siglo XIX, siendo precedente de las construcciones de estructuras de hierro que popularizaría Gustav Eiffel. 


Muelle del Rio Odiel. Huelva


A la salida de Huelva, incorporación al carril bici que atraviesa  el Paraje natural de las Marismas del Odiel, hasta conectar con Aljaraque. Desde allí hasta Cartaya, terreno entre pinares combinando tramos de asfalto y tierra, e incluso un tramo con trialeras que no tenía controlado, y que tuve que pasar con mucha precaución, echando el pie a tierra varias veces.

Marismas del Odiel.

Pinares de Cartaya

Ya por carretera hasta Lepe, donde tenía previsto coger la vía verde litoral, pero al entrar, vi que no estaba muy bien, y como tenía que estar en Ayamonte antes de las 11:00, para coger el ferry, opté por volver a la carretera para asegurar llegar a tiempo, sobrándome al final unos 20 minutos, que aproveché para desayunar.

Embarcadero de Ayamonte.

Llevaba 65 km, pero al reiniciar el camino en Vilareal de Santo Antonio, puse el Garmin a 0 para que mentalmente el recorrido no fuera tan largo, aunque tampoco sirvió de mucho, je je.

De inicio, recorrido por la ribera del Guadiana con unas espléndidas vistas y foto en la plaza mayor, poniéndose ya de manifiesto la arquitectura y los pavimentos de los espacios públicos típicos portugueses a base de combinar adoquines blancos y negros, que suponen un trabajo de artesanía admirable.

Plaza del Marques de Pombal. Vila Real de Santo Antonio.

Ribera del Guadiana. 

Hasta Monte Gordo, primer tramo por la ciclovía del Algarve, que resultó bastante agradable, aunque pronto me incorporé a la carretera Nacional, por la que continúe bastantes kilómetros algo incómodos por el tráfico y perdiéndome algún otro tramo de la ciclovía al no encontrar el desvío que me indicaba el GPS. Tras pasar por Tavira, aunque tampoco lo hice por el centro como creía haberlo trazado conformándome con contemplar la vista desde el puente de acceso, vuelta a la ciclovía viendo los primeros carteles del Eurovelo 1, llamado de la Costa Atlántica. 


Vista de Tavira.


Tramo del Eurovelo 1.

Tras un primer contacto con el Parque Natural de la Ría Formosa, vuelta a la carretera, ya hasta Faro, donde había que parar a echar la foto en el cartel, ya que me quedé con las ganas cuando vine en febrero con Jesús Reyes a la Granfondo Algarve.


Parque Natural da Ría Formosa

Marina de Faro.

A partir de aquí, es cuando comenzó lo que más me gusto del día, atravesando un espectacular sendero con pasarelas de madera a través de las marismas de Faro, para entrar a continuación  en una zona de urbanizaciones de gran lujo, a través literalmente de campos de golf {incluso me traje una pelota de recuerdo). 


Marismas de Faro

En la siguiente ciudad de Paso, Quarteira, parada para comer, y vistazo a la playa de Falesia, una de las mejores del Algarve, que me recordó bastante a la Barrosa.

Playa de Falesia

El siguiente destino, Albufeira, donde hice mi primera prueba de gravel hace tres años, y aunque ya la conocía, al meterme por el centro que estaba hasta los topes de turistas, me lié para encontrar la salida, dando varias vueltas y comiendo algunas cuestas de más.

Playa de Albufeira

Cuando por fin el GPS me indicó "trayecto encontrado", me faltaban 30 km, ya por carretera, puesto que Silves quedaba fuera de la ruta Atlántica. Mi mujer me llamó para avisar que ya estaba allí, así que eché el resto para no hacerle esperar mucho, pero la verdad es que la parte final se hizo larga, de nuevo con viento en contra, llegando  casi una hora más tarde de lo calculado.

Vista de Silves


CLIC AQUÍ PARA VER RURTA: Vilareal de Santo Antonio-Silves



El retraso no impidió seguir con los planes para la tarde, desplazándonos a Portimao para hacer uno de los imprescindibles que todas las guia turísticas marcan como número 1, la visita a las cuevas de Montegil. La única forma de hacerlo es en barco, así que había contratado una excursión, que resultó muy interesante al recorrer un buen trayecto, pasando por los pueblos de Ferragudo y Carvoeiro, y alguna que otra cuevas menos famosas, pero igualmente impresionantes.

Cueva del Paraiso. Carvoeiro.

Cueva de Benagil

Se hizo un poco tarde, así que nos quedamos a cenar en Portimao, en un restaurante que nos recomendó el guía y siendo posiblemente la vez que mejor hemos comido en Portugal, y con la sorpresa de que nos hicieron un 20% de descuento por haber hecho la reserva a través de la empresa de la excursión.

De vuelta en Silves, pudimos ver incluso una procesión, que poco tienen que ver con las de aquí, pero que resultó pintoresca.

Para el último día tenía dos opciones, la fácil, que era retomar la ciclovía en Portimao y seguirla hasta el Cabo de Sao Vicente, y la alternativa "masoquista", desviándome hacia Monchique para incluir la subida al alto de Foia, el punto más alto del Algarve.

Entre que a las 7:00, con el horario local, ya era más que de dia, que mi mujer quería hacer tiempo para visitar las tiendas de cerámica de la zona y que ya podía liberarme de la bolsa de bikepacking, como no, opté por la opción B.

Aunque Foia ya lo había subido en 2017, está vez sería por la vertiente contraria, por donde saldrían 15 km y 800 m de desnivel, que son números serios.

Altimetría Alto de Foia por Monchique.

La aproximación a Monchique bastante llevadera, hasta que a falta de 7 km, comenzaba la subida, también suave hasta llegar al pueblo, donde ya hubo que superar una buena rampa. A la salida, tramo de nuevo suave, hasta un desvío a la izquierda, que no estaba seguro si era un error en el track, por entrar en un tramo medio gravelero, y que resultó muy exigente, con 1 km a más del 10 % de media, hasta que pude ver al fondo las antenas, a falta de 2 km para la cima.

Inicio subida al Alto de Foia


 
Tramo final de la subida al alto de Foia

Arriba vista panorámica sobre la costa, y del "radar 1" portugués (al estilo de nuestra EVA 11), aunque poco pude parar porque hacía bastante aire y  frío, sobre todo  en el inicio de la bajada, al ser bastante rápida. Paré en un segundo mirador, para entrar algo en calor y coger agua de una fuente que había allí mismo.


Cima del Alto de Foia.

Mirador da Fonta Santa

Pero cuando retomé el descenso, cometí un error garrafal. El GPS me indicó un desvío a la derecha, y viendo que tenía mala pinta, pensé que sería un recorte que habría metido el Garmin conect, pero que enlazaría un poco más abajo con la carretera por donde iba, por lo que decidí no cogerlo, pero después de unos cuantos kilómetros más bajando, me vi llegando de nuevo a Monchique, por donde había empezado la subida, lo que me costó dar un rodeo de unos 15 km para volver a enlazar con el track. 

Con mucho cabreo, apreté lo que pude para tratar de recuperar tiempo, pero por aquí el terreno era el típico de la zona de sierra del Algarve, con continuos sube y bajas, acumulando 1.400 m de desnivel antes de llegar a Aljezur, donde lo previsto era coger el tramo de la ruta Atlántica que llevaba ya hasta el cabo de Sao Vicente, a falta de 45 km.

Como afortunadamente el viento era favorable, lo aproveché continuando por la carretera, incorporándome algo más tarde al tramo del Eurovelo, que en cierto modo fue algo decepcionante. En cualquier otra circunstancia, habría resultado un tramo bonito de gravel, pero me esperaba tener unas buenas vistas del Atlántico, y para nada fue así. De hecho, no llegué a ver el agua hasta ya justo enlazar con la carretera que lleva de Sagres al Cabo, a falta de solo 2 km, en los que el viento, ahora era en contra y fortísimo. No me quiero imaginar lo mal.que lo habría pasado  si desde Aljezur hubiera soplado así.

Pero por fin, estaba frente al faro, y pude contemplar la vista de los impresionantes acantilados, que hace que todo el esfuerzo hecho haya merecido la pena. 



Cabo de Sao Vicente



Una vez hechas las fotos para el recuerdo, que resultó algo complicado por la ventolera, tocaba rematar el viaje, visitando la zona de Lagos, donde están algunas de las playas con las curiosas formaciones rocosas denominadas "algares" características del Algarve y el centro histórico, que también merecía la pena.


Ponta da Piedade. Lagos

Tocaba regresar a casa, con una última parada en Olhão para cenar, donde cayeron dos buenas pizzas, muy similares a las de d'Enrico en Jerez.

En conclusión, una experiencia muy positiva, por los sitios visitados, aunque el recorrido podría haberse perfeccionado algo, y sobre todo porque me ha permitido ensayar una formula de viaje con mi mujer que ya procuraré repetir, je je.