sábado, 15 de abril de 2017

PARÍS 2017



Llevábamos tiempo pensando la posibilidad de realizar un viaje familiar a París, y como de costumbre, quería compaginarlo con algún evento ciclista, pero lo único que podría cuadrar asustaba un poco: la Paris-Roubaix Challenge, prueba que se realizaba el día antes de la Clásica Profesional, y en la que se recorrían los 170 km finales, incluyendo todos los tramos de Pavés, 29 ni más ni menos (para un total de 55 km).
Tras darle algunas vueltas al asunto, vimos que se daban las circunstancias apropiadas, y decidimos hacerlo. El plan, ir en coche por etapas, lo que nos permitiría visitar más sitios interesantes, y a mí, hacer algunas cosillas más en bici además de la Prueba: lo que se me ocurrió, las partes finales del Tour de Flandes y de la Clásica de San Sebastián, y alguna rutita por el entorno de París pasando por los Campos Elíseos…
 
 


El problema era como “preparar” una prueba como la Paris-Roubaix. Cuando son de Montaña, es fácil, pero aquello era toda una incógnita. Inocentemente, pensé que haciendo algo de fondo y entrenando por carreteras en mal estado o carriles, bastaría…
Las primeras salidas previas de interés fueron por la provincia de Huelva.

Vía del antiguo tren minero del Tinto
 
Una fue con salida desde la Carretera de Palma del Condado, para hacer una incursión en la zona de la Sierra Norte, hasta Valverde del Camino, cruzando el río Tinto y el antiguo trazado del tren minero, para terminar a la vuelta al pie de las Murallas de Niebla, que en cierto modo recuerdan a las de Ávila.


Murallas de Niebla

 
Pista hacia Parque Natural del Bajo Guadiana
La segunda, desde Islantilla, hacia Lepe, para ir buscando el Parque Natural del Bajo Guadiana, a través de la Pista de Valdepía, para llegar a Costa Esuri, para llegar a Ayamonte, donde encontré un tramo adoquinado, que me hizo pensar que como así fueran los de Roubaix, estaría perdido...(y fueron igual o peor). Después de hacer el trayecto de ida y vuelta a Isla Canela, nuevo tramo de tierra, por la Vía Verde Litoral, hasta Isla Cristina, para regresar a Islantilla.
 
Isla Canela

Mirador Carril del Ojen
 
Otra salida, con tramos sin asfaltar, la hice saliendo desde Algeciras, para pasar por los Barrios y cruzar el Parque de los Alcorncales por el carril del Ojen, llegando a Tarifa. La vuelta, subiendo hasta el Mirador del Estrecho, disfrutando de las vistas sobré África.
 
 
 
 

Tarifa




Mirador del Estrecho

 
Para hacer fondo, con los amigos Alberto Sánchez y Antonio Armario, fuimos a Utrera desde Jerez, pasando a la ida por Gibalbín, y Las Cabezas, y a la vuelta por los Palacios, El Trobal, Marismillas y Trebujena (haciendo solo un kilómetro por la Nacional IV). Había un poco de prisa y nos salió el recorrido a 31 km/h de media).
 
 
Ribera del Guadalquivir
El último ensayo antes de salir para Francia, fue por la “carretera” que recorre la ribera del Guadalquivir desde el Pinar de la Algaida (Sanlúcar), hasta Lebrija. Las malas condiciones del asfalto me vinieron bien para mi objetivo, pero es una pena que esta vía no sea ciclable, salvo para bicis preparadas, porque permitiría un paseo muy agradable, contemplando las marismas y con suerte, aves migratorias.
 


Tras dos días de viaje (con parada en Burdeos), por fin estaba en la cola para recoger el dorsal. La primera complicación, es que la salida del recorrido largo se hacía desde Busigny (a unos 100 km de Roubaix). La organización había previsto autobuses para el traslado, y estos salían a las 5.00, así que sobre las 4:00, ya había que estar en planta, pero entre que se llenaban los 30 autobuses que había, y se cargaban las bicis (unas 1.500), se llegaba al destino, y se volvía a descargar todo, dieron las 8:15, cuando la salida oficial había sido a las 7:00.
Primeros tramos de pavés
 
 
En cuanto me pude montar en mi bici, salí como siempre a “darlo todo”, pero nada más entrar en el primer tramo de pavés, vi que algo fallaba. Todo el mundo me pasaba…era incapaz de poder apretar, me dolía todo y parecía que se iba a desarmar la bici…terminar ese primer tramo fue un alivio, pero en el segundo, otra vez lo mismo, yo bloqueado, y la gente pasándome a tope…a algunos ni es hacía ruido la bici…no entendía que pasaba y faltaban 27 tramos más.
 

 
 
 
 

En el Carrefour de L’Arbre (tras la caída).
 
 
Pero no había más remedio que tirar para adelante y llegar como fuera. Como los sectores de pavés estaban numerados, se trataba de ir descontando…cuando llegué a los 10 últimos, iba un poco más animado, e incluso al entrar en el Carrefour de L’Arbre, que era cronometrado, pensé en tratar de apretar. Pero de repente, sin saber muy bien cómo, me vi en el suelo (en la hierba, mejor dicho, afortunadamente). Un espectador me ayudó a ponerme en pie, y tras comprobar que no me había hecho nada (salvo que debí caer sobre ortigas y me escocía el cuello y la oreja), pude continuar.
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Velódromo de Roubaix
 
 
 
 
Solo quedaban 2 tramos más, así que ya no debía suponer mayor problema terminar. Por fin, me vi entrando en el velódromo de Roubaix, e incluso me permití esprintar un poco llegando a la meta (en mi vídeo podría parecer que había quedado bien clasificado, ja ja).

 
 
 
 
Pero el sufrimiento había sido demasiado, y tampoco pude hacer la prueba como me hubiera gustado, así que aunque terminar fue satisfactorio y la sensación fue de haber hecho algo fuera de lo común, no al alcance de cualquiera, la experiencia en sí, no es que se la pueda recomendar a nadie. Casi seguro que no repetiré, el adoquín que me traje, me lo recordará
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Estaba tan dolorido, que no sabía si al día siguiente podría soportar más pavés como tenía previsto, pero la posibilidad de rodar por carreteras Belgas no la podía desaprovechar. Así, que tempranito, tiré para Oudenaarde, donde finaliza el Tour de Flanders, que este año había resultado bastante espectacular con la exhibición de Philip Gilbert y la caída de Peter Sagan.
 

Oudenaarde

 
La idea era hacer el circuito final, de unos 57 km, y que incluía las cotas más famosas. Muy pronto afronté la primera, el Koppenberg, que a pesar de alcanzar porcentajes cercanos al 20%, supuso un cierto alivio, ya que comprobé que el adoquinado, al ser en subida, no se hacía tan incómodo. Además, los tramos de enlace, tanto por el paisaje, como por la ausencia de tráfico, resultaban más agradables que el día anterior.
 
 
 
Después llegarían el Taaienberg, el Oude Kwaremont, y finalmente el Paterberg, de nuevo alcanzando el 20 %, antes de regresar a Oudenaarde.

Patenberg
 
El hecho de que aún estaba en algunos puntos la señalización de la Clásica, unido a que encontré multitud de grupos (todos perfectamente uniformados), a lo largo del recorrido, hizo que pudiera respirar el ambiente ciclista de la zona, y es que Bélgica debe ser algo así como un paraíso para el ciclista…al contrario, que la Paris-Roubeaix, el Tour de Flanders Challege, no lo descarto en el futuro.

 
 
 

Arco del Triunfo
 
Al día siguiente tocaba traslado a París, donde a pesar del caos circulatorio propio de una ciudad de esas dimensiones, pude encontrar una ruta a través de carreteras secundarias de unos 60 kms., que resultó agradable, llegando hasta Versalles. Pero lo más atractivo, fue rodar por el circuito de los Campos Elíseos, y parar en los principales monumentos, Arco del Triunfo, Torre Eiffel y Museo del Louvre.

 
La “parada técnica” en el viaje de vuelta, me permitió una toma de contacto con otra Clásica, la de San Sebastián. Al igual que en Bégica, lo previsto era “recrear” la parte final, que incluía la subida a Jaizquibel, bastante más duro de lo que esperaba, sobre todo al principio, y la subida al Monte Igueldo, a tan solo 5 km de la meta.
 

Jaizkibel

 
 
 
 
 
 
 

 
Subida Monte Igueldo
 
 
Tuve algunos problemas siguiendo el track, y me desvié del trayecto varias veces, pero sobre todo, me equivoqué en la subida final, metiéndome en una auténtica trampa “imposible” de subir sin echar pie a tierra.
 
 
 
 
 
 
 
 

Peine del Viento
 
 
 
El inicio frente al Kursaal, y el final en el Peine del Viento, fue un auténtico lujo, aunque el recorrido, excesivamente urbano, me impidió disfrutar más del paisaje, así que a Euskadi, hay que volver obligatoriamente. Para 2018, tengo anotada en la agenda la Prueba de Vitoria…






 
Kursaal

CLIC AQUÍ PARA VER RUTA: FINAL CLÁSICA SAN SEBASTIAN 2016



 
Para rematar la faena, ya en Linares, los amigos de allí me invitaron a la ruta que tenían prevista para el Jueves Santo, y aunque llegaba bastante cansado, no me pude resistir, ya que nos llevaría hasta el Embalse de Quiebrajano, ya en plena Sierra Sur de Jaén, pasando por Torreblascopedro, Campillo, Vados de Torralba, Torrequebradilla y Jaén capital, para volver por Mengibar y la carretera de Jabalquinto.



Carretera Embalse del Quiebrajano




Desde el inicio, se puso un ritmito, que me costaba seguir, ya que esta gente están preparando La Pyrennenne, y están todos muy fuertes…

Salieron 145 km, y 2.000 m de desnivel, a casi 26,5 Km/h de media. Pero lo mejor, a parte de la compañía, el espectacular paisaje en la zona de aproximación al embalse.




 
 
 
 

Y a todo esto, ya solo quedan dos meses para la QH, así que habrá que empezar a forzar la máquina…

 
 
 

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