martes, 23 de agosto de 2016

ASTURIAS 2016


Después de los Pirineos, Asturias era el segundo gran objetivo de la temporada, y tras la primera incursión en la Semana Santa del año pasado, la excusa era la participación en la III Clásica de los Puertos de Somiedo, y lo prioritario, visitar los Lagos de Covadonga, teniendo además en cuenta que se suben en esta edición de la Vuelta España.

Los Lagos


Dejando pasar una semanita de descanso, tenía poco más de un mes para planificar y preparar las rutas. En teoría, más duras que la de los Pirineos no iban a ser, aunque allí no hay las fuertes pendientes del Angliru, por ejemplo, así que la idea era centrarme en buscar las rampas más exigentes que tenemos a mano, y para eso, que mejor que empezar en Jaén.


Camino de Albanchez
 
Con los amigos de Úbeda, hicimos una bonita ruta por la Sierra de Mágina, con las súbidas al Puerto de Albanchez por Bedmar, donde ya encontré esas primeras rampas que quería, y a Fuenmayor desde Torres, que era mi primera vez, y que no será la última, ya que me resultó muy buena, y el entorno merece la pena.


En Fuenmayor, con Alberto, su hermano (Eduardo) y su sobrino


La vuelta, por Baeza desde el Puente de Mazuecos, que no está considerado como puerto de montaña en las páginas de altimetrías, aunque 9 km casi al 5% de media, no sé cómo se llama.


CLIC AQUÍ PARA VER RUTA: Úbeda-Bedmar-Pto Albanchez-Torres-Fuenmayor-Jimena-Baeza



Arriba en la Pandera
 
Pero estando en Jaén, y con  vista en Los Lagos, no podía dejar la ocasión de subir de nuevo la Pandera. Por variar un poco, diseñé la vuelta con salida desde Fuensanta de Martos, hacia Castillo de Locubín y Alcalá la Real, para pasar por la zona de Frailes, que no conocía, y terminar subiendo desde Valdepeñas…como comentaban algunos amigos, que duro se hace, pero que satisfacción da llegar arriba.  





En la bajada, reventón y “muerte” de la llanta delantera (que malas han salido las BH-EVO). Conseguí llegar al coche como pude, pero se me fastidió el día, ya que están fuera de garantía y no creo que tenga arreglo.
 
 
En el Caminito del Rey
 
 
La siguiente salida de interés, fue desde Ronda y acompañado del amigo Alberto Martino. El destino, el Caminito del Rey, pasando por Cuevas del Becerro y Ardales, para subir el Puerto de Mesas de Villaverde, donde terminó la etapa de la Vuelta de 2015.
Con 7 km, y rampitas por encima del 10 %, no estuvo mal.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

"Meta" en Puerto de Mesas
 

 
El regreso, desde Ardales a el Burgo, por una carretera "super pestosa" y a Ronda, subiendo  el Puerto del Viento, donde me encontré bastante bien (el viento debía ayudar). En total 122 Km, y 2.100 m de desnivel, en algo menos de 5 horas.



Pero la “gran ruta” en preparación de la Ciclo asturiana, sería en el “Pirineo del Sur”, con salida desde Estepona, y un perfil que asustaba.




Subiendo El Madroño
 
Solo se animaron los amigos Juan Gutierrez y Curro, lo que no impidió que disfrutáramos de un día excepcional, en cuanto a ciclismo y meteorología. De inicio, el Puerto del Madroño desde San Pedro de Alcántara, con sus 20 km, metiéndonos en niebla conforme subíamos.
 
 
 
 
 
 

Con Curro, en Peñas Blancas.
 
En la cima, desvío hacia Pujerra y Juzcar, siempre animado con el tema de los Pitufos, para llegar a Alpandeire y encarar el Puerto de los Perdigones. Tras una parada para avituallarnos en Algatocín, bajada hacia el río Genal, para iniciar la subida a Genalguacil, aunque en el desvío tuvimos que cambiar de plan porque la carretera seguía cortada por obras.
 
 
 
Así que de nuevo la vuelta iba a ser por Jubrique (3ª vez este año), descartando subir a Los Reales.
 
Aún habiendo recortando algo, 142 km y 3.370 m de desnivel (en poco más de 6:30), así que todo parecía ir bien.





 

 
 
Pero a falta de una semana para el viaje, en una de las salidas “rutinarias”, tuve una inexplicable caída en una rotonda, y aunque a parte del raspón de rigor en la cabeza del fémur, no perecía tener nada fastidiado, saltaron las alarmas. Tras un par de días de recuperación, probé a montar, y pese a tener algunas molestias, no era como para cambiar de planes.
 
 

La última prueba, antes de partir, fue con el CC Jerez, en una salida especial al Charco de los Hurones, siempre apetecible. Se formó un buen grupo, que permitió sortear el Levante de forma cómoda a la ida, y volar con el viento a favor a la vuelta. (Este Verano es lo que hay por la zona).

El Charco de los Hurones
 
 
 
 
Y así, tiramos para Oviedo, en esta ocasión, con la familia.
 
 

Santa María del Naranco
El mismo día de la llegada, tenía ya previsto como toma de contacto hacer la subida al Naranco (que también es final de etapa de la Vuelta 2016), pero justo a la primera pedalada, comenzó a llover. Dudé si volver para el hotel, pero tras un par de kilómetros  parecía que escampaba, así que seguí adelante, aunque el recuerdo de la caída, me hacía bajar “como una niña de 8 años”. En las primeras rampas del Naranco, me encontré de nuevo la lluvia, pero ya había que llegar arriba, aunque lo más interesante, la vista sobre Oviedo, se fastidió por la niebla. El puerto en sí, no tiene mucha dificultad, pero resulta entretenido al ir pasando por diferentes puntos de interés, como la Iglesia de Santa María del Naranco, y tener el aliciente de encontrar en la cima el Monumento del Sagrado Corazón de Jesús. 
 



Estatua del Naranco

Altimetría Monte Naranco


La primera salida importante, quise que fuera la de Los Lagos, haciendo coincidir el recorrido, con los últimos 80 km. de la etapa de la Vuelta, saliendo desde Arriondas.


Perfil Etapa Vuelta 2016


Mirador del Fitu.
 
El inicio rompepiernas, buscando Ribadesella, permitió disfrutar las primeras vistas sobre el Cantábrico, que después en el Mirador del Fitu, eran ya espectaculares. El puerto, a pesar de ir fresco, se agarraba bastante, pero es que 4 kilómetros seguidos al 10%, pasa factura a cualquiera. Precísamente iba pensando que el Fitu fue la “tumba” de Indurain, en aquella vuelta de 1996.



Rápida bajada de nuevo hacia Arriondas, para tomar dirección Cangas de Onis, tras cruzar el río Sella, por un falso llano que parecía no acabar y en el que el tráfico empezaba a ser molesto. Por fin ya en Covadonga, justo al inicio de la subida, un cotrol de acceso de vehículos, me hizo pensar que a partir de ahí ya apenas habría circulación, pero todo lo contrario: el trásnsito de autobuses y furgones era constante, cruzándose en puntos donde no cabían, con lo que las paradas eran numerosas.


La Huesera
 
El Puerto en sí, cumplió mis expectativas, recordándome la parte dura (La Huesera), a la Pandera, y con el premio al final de llegar al Lago de Enol, pero desmitificándolo un poco, creo que el turismo de masas lo desvirtúa: mucho vehículo a motor, y pocas bicis. Yo no creo que vuelva a no ser que sea en la “Clásica de los Lagos de Covadonga”, donde supongo que estará cerrado al tráfico.
 
 
 
 

Subiendo Chuchu Puercu

Para el segundo día, fueron muchas las opciones que barajé, teniendo en cuenta que después tocaba traslado a Pola de Somiedo. Creo que me equivoqué: decidí ir al Angliru, pero pasando antes por Chuchu Puercu y el Cordal. La salida desde Santa Eulalia, en dirección a la Vega, donde enseguida ví que las rampas duras me costaban más de la cuenta, sobre todo a partir del desvío por el camino rural que lleva a la cima de Chuchu Puercu.  




Los malos presagios volvieron en el Cordal, pasándolo mal en el último kilómetro y medio, al 12 % de media.
 

Para otra ocasión

Aún así, me dirigí de nuevo a la Vega donde tiene el inicio el Angliru, y afronté las primeras rampas (las más suaves), pero en el primer tramo serio al 18 %, vi claro que no era el día. No sé si era cansancio, o “autoregulación”, pero el cuerpo no respondía. Opté por lo sensato, y di media vuelta. Quizá, los 2.000 m desnivel que llevaba hasta ese momento (más los 2.500 del día anterior), eran la explicación.


 
 
 
 
 
 
El día de la Prueba, me levanté con sensación de cansancio, y el inicio directamente subiendo el Puerto de Somiedo, (similar a las Palomas, por ejemplo), no ayudaba a ir cómodo…teniendo en cuenta lo que esperaba por delante, pronto empecé a pensar que no la terminaba.



 
Sin embargo, al final del descenso, me encontré con un reagrupamiento, llegando justo en el momento en que se reanudaba la marcha, con lo que ni tuve que parar, colocándome sin querer en cabeza, lo que me permitió llegar en el grupo delantero al pie del Puerto de Ventana, el más suave del día (estilo al puerto de Montejaque).
 

En la cima de San Lorenzo.
 
A pie de San Lorenzo, otro parón, que me sirvió para tomar el avituallamiento con tranquilidad, arrancando rápidamente y colocándome de nuevo delante, lo cual animaba algo. Pero San Lorenzo, es ya otra historia, con 6 kilómetros finales, “terribles”, siempre sobre el 11 % de media…y volvieron los pensamientos sobre el abandono.
 
 
 
 
 
El descenso hacia la Riera, impresionante, dando la sensación de que era igual de duro o más, llegando enseguida al cruce hacia la Farrapona, donde hay un cartel con la información del Puerto: 18,5 km, y 1.100 m. de desnivel. Allí, tenía que decidir: tirar ya para Pola de Somiedo, o acabar…Lo más fácil, dejarlo para el día siguiente, que también tenía previsto salir…

Pero “para que hacer las cosas fáciles, cuando se pueden hacer difíciles”,
El inicio era suave, por el valle del río Saliencia (con un paisaje que recordaba a los grandes puertos pirenaicos) y quizá con viento a favor, por lo que las sensaciones eran mejores. Poco a poco, se ganaba altura, y se incrementaba la dureza, hasta llegar a Saliencia, donde aguardaba la parte más dura. Quedaban solo 6 km, pero la pendiente ya no bajaba del 8,5 %. Se hicieron larguísimos, (casi hora y media de subida en total), pero finalmente se logró.

Parte final de la Farrapona


Meta

 


Como extra, la vuelta a Pola de Somiedo, menos mal que casi todo hacia abajo.
En total, 138 km y 3.570 m de desnivel, en 6:20.
Y comprobando las clasificaciones, a pesar de todo, tampoco estuvo tan mal: 112 de 360.



En Caranga Riba
 
Para la despedida, quería visitar la zona de Barzana, donde hay varios puertos interesantes. La idea era hacer Cruz de Linares, porque me hacía gracia pasar por “casa”, y Ermita de Alba, donde hubo final de etapa en la vuelta de 2015. Pero estaba limitado por el tiempo, y sobre todo, por las pocas fuerzas que quedaban.
 
 
 
 
 

“Como en casa”
Con salida desde Caranga Riba, hasta el pie de Cruz de Linares, con terreno favorable, iba perfecto, pero el inicio de puerto resultó durísimo, de nuevo, con 5 km seguidos entorno al 10%. Precisamente en Linares, suavizaba, siendo la parte final ya más cómoda. El descenso por la otra vertiente, espectacular (más bonita y dura si cabe).

Altimetría Cruz de Linares


 
Buscando el inicio de Ermita de Alba, había que volver a pasar por Caranga, por lo que ya estuve tentado de quedarme en el coche, ya que veía que no iba a tener tiempo suficiente para hacer el recorrido completo (a las 12.00 había que dejar el hotel).
Pero en fin, había que intentarlo. En el pie, un cartel informativo, advertía de lo que esperaba: 7 km, los 6 primeros sobre el 10% de media y el último al 15 %. Empecé a subir, pero ya con poca convicción, y cuando llevaba 1 km escaso, pensé que ya no merecía la pena sufrir más…con lo hecho, ya estaba más que bien.
Últimas pedaladas por Asturias
 
 
De los Puertos previstos, han quedado pendiente Angliru y Ermita de Alba, y muchos otros más (Cotobello, Jitu de Escarandi, Maravio…), así que será necesario volver (y con más desarrollo).
 
A estas alturas de temporada, parece que toca ir parando, pero enseguida surgen nuevas historias. Una que tiene buena pinta, la “Alpujarra Magna”, en Lanjarón, aunque también es muy apetecible, la “Granfondo Tajo e Serras”, en Santarem (Portugal)…a ver que me consiente la familia.