
Sin duda, el principal reto de esta temporada 2014, ha sido tocar por primera vez Italia. La excusa, no fue otra que la de celebrar mi 40 cumpleaños a lo grande, y que mejor forma de hacerlo que participando en la “Gran Fondo Stelvio Santini”, que casualmente se disputaba el día después.
La principal complicación, más que subir el Mortirolo y el Stelvio, era tener que desplazarse los 2.700 km que hay desde Jerez a Bormio, el punto de salida, siendo la única opción sensata hacer el viaje en avión hasta Milán, con los inconvenientes que conlleva acarrear con la bici. Mi mujer, que es una santa, me acompañó en la aventura.
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En Ponte di Legno, con los carteles del Giro aún colocados
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Parte final del Gavia.
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El
Gavia, es uno de esos puertos que hay que subir obligatoriamente en alguna
ocasión. 20 km de subida, y 1.400 m de desnivel, con tramos al 14 %, pero que
se sube muy bien, fresco y disfrutando del paisaje.
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Descansito en la cima.
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Monumento a Marco Pantani
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En
el trayecto desde la cima del Gavia al pie del Mortirolo, de 55 km, tuve la mala
suerte de encontrarme un fortísimo viento de cara, que me castigó bastante, y
nada más entrar en las primeras rampas, comenzó un auténtico martirio.
Cima del Mortirolo (Passo di Fropa)
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El Mortirolo, no es que tenga una dureza extrema (las rampas no superaban el 17 %), pero es que son cerca de 10 Km, en que rara vez se baja del 13 %, con lo que a velocidades de no más de 10-12 km/h, cada kilómetro se hace eterno, y además, metido en un bosque que no deja tener referencias. La subida se hace pesadísima, y solo el aliciente de pasar por el Monumento a Marco Pantani, a falta de 4 km para la cima, donde ya suaviza un poco, me permitió coronar. No puedo decir, que me arrepintiera, pero el empeño de subir el Mortirolo, lo pagué el día siguiente.
Parte inicial del Stelvio
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El día de la Prueba, debido al esfuerzo anterior, me levanté con
un dolor de piernas como nunca, por lo que no me veía motivado para competir,
ni hacer el recorrido largo que incluía subir de nuevo el Mortirolo, aunque por
otra vertiente (hay 4 diferentes). Así, me lo tomé como una salida más, en la
que solo me interesaba disfrutar de la subida al Stelvio, y es que ni las
palabras, ni las fotos pueden explicar las excepcionales sensaciones que se tienen subiendo un puerto como este...
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Zona de curvas en la vertiente desde Bormio del Stelvio
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En las rampas finales del Stelvio
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Cruzando la meta en la cima del Stelvio
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Es
seguro, el puerto más bonito que he subido (y van ya unos cuantos). No tiene
desperdicio. Exigente, pero con desniveles razonables (21 km y 1500 m de
desnivel, para coronar a 2.750 m) y unos paisajes de cine. En la parte inicial
se atraviesan varios túneles y galerías, para después empezar una sucesión de
curvas (33 en total) hasta entrar en los 5 últimos km, donde suaviza, aunque el
último km, ya entre paredes de nieve, es el más duro. Arriba, la meta, y la
recompensa que da sentido a subir este puerto: asomarse a la vertiente
contraria, que posiblemente es la mejor carretera del mundo, y que habrá que
subir en alguna otra ocasión.
Selfie en la vertiente de Prato allo Stelvio, la "Mejor carretera del Mundo".
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De vuelta a Bormio, mejor acompañado que nunca
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Bajando de vuelta a Bormio, me fui cruzando con participantes
hasta prácticamente el inicio del puerto (que se tarda en subir sobre 2 horas),
y poco a poco, fui arrepintiéndome de no haber completado el recorrido...pero
en fin, ya tengo excusa para volver.
De todas formas, salieron 148 km, y 3.300 m de desnivel, en 6:50, que ya está bien. Y la clasificación, tampoco mal del todo, 215 de 376 en el recorrido intermedio (el nivel es similar al de las pruebas de por aquí).
Hay que decir, que la organización fue extraordinaria, cuidando
hasta el más mínimo detalle, como prever subirnos ropa de abrigo a la cima
(para 1.300 particiantes), cortar el tráfico por completo los primeros 50 km, o
prever zonas acotadas donde arrojar la basura con la idea de preservar el
entorno. El maillot de recuerdo, precioso, e incluido en el precio de la
inscripción.
De vuelta, en el aeropuerto de Sevilla
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A parte de ser el mejor regalo de cumpleaños que podría imaginar, esta experiencia ha servido para perderle el miedo a hacer planes que requieran a la fuerza desplazarse en avión, así que creo que "me esperan más aeropuertos"...Algo que tengo en mente desde hace tiempo, Canarias...
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