Llevábamos
tiempo pensando la posibilidad de realizar un viaje familiar a París, y como de
costumbre, quería compaginarlo con algún evento ciclista, pero lo único que podría
cuadrar asustaba un poco: la Paris-Roubaix Challenge, prueba que se realizaba
el día antes de la Clásica Profesional, y en la que se recorrían los 170 km
finales, incluyendo todos los tramos de Pavés, 29 ni más ni menos (para un
total de 55 km).
Tras darle
algunas vueltas al asunto, vimos que se daban las circunstancias apropiadas, y
decidimos hacerlo. El plan, ir en coche por etapas, lo que nos permitiría
visitar más sitios interesantes, y a mí, hacer algunas cosillas más en bici
además de la Prueba: lo que se me ocurrió, las partes finales del Tour de
Flandes y de la Clásica de San Sebastián, y alguna rutita por el entorno de
París pasando por los Campos Elíseos…
El problema era como “preparar” una prueba como la Paris-Roubaix. Cuando son de Montaña, es fácil, pero aquello era toda una incógnita. Inocentemente, pensé que haciendo algo de fondo y entrenando por carreteras en mal estado o carriles, bastaría…
Las primeras
salidas previas de interés fueron por la provincia de Huelva.
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Vía del antiguo
tren minero del Tinto
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Una fue con
salida desde la Carretera de Palma del Condado, para hacer una incursión en la
zona de la Sierra Norte, hasta Valverde del Camino, cruzando el río Tinto y el
antiguo trazado del tren minero, para terminar a la vuelta al pie de las
Murallas de Niebla, que en cierto modo recuerdan a las de Ávila.
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Murallas de
Niebla
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Pista hacia Parque Natural del Bajo Guadiana
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La segunda, desde Islantilla, hacia Lepe, para ir buscando el Parque Natural del Bajo Guadiana, a través de la Pista de Valdepía, para llegar a Costa Esuri, para llegar a Ayamonte, donde encontré un tramo adoquinado, que me hizo pensar que como así fueran los de Roubaix, estaría perdido...(y fueron igual o peor). Después de hacer el trayecto de ida y vuelta a Isla Canela, nuevo tramo de tierra, por la Vía Verde Litoral, hasta Isla Cristina, para regresar a Islantilla.
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Isla Canela
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Mirador Carril
del Ojen
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Otra salida,
con tramos sin asfaltar, la hice saliendo desde Algeciras, para pasar por los
Barrios y cruzar el Parque de los Alcorncales por el carril del Ojen, llegando
a Tarifa. La vuelta, subiendo hasta el Mirador del Estrecho, disfrutando de las
vistas sobré África.
Para hacer
fondo, con los amigos Alberto Sánchez y Antonio Armario, fuimos a Utrera desde
Jerez, pasando a la ida por Gibalbín, y Las Cabezas, y a la vuelta por los
Palacios, El Trobal, Marismillas y Trebujena (haciendo solo un kilómetro por la
Nacional IV). Había un poco de prisa y nos salió el recorrido a 31 km/h de
media).
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Ribera del Guadalquivir
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El último
ensayo antes de salir para Francia, fue por la “carretera” que recorre la
ribera del Guadalquivir desde el Pinar de la Algaida (Sanlúcar), hasta Lebrija.
Las malas condiciones del asfalto me vinieron bien para mi objetivo, pero es
una pena que esta vía no sea ciclable, salvo para bicis preparadas, porque permitiría
un paseo muy agradable, contemplando las marismas y con suerte, aves
migratorias.
Tras dos días
de viaje (con parada en Burdeos), por fin estaba en la cola para recoger el
dorsal. La primera complicación, es que la salida del recorrido largo se hacía
desde Busigny (a unos 100 km de Roubaix). La organización había previsto
autobuses para el traslado, y estos salían a las 5.00, así que sobre las 4:00,
ya había que estar en planta, pero entre que se llenaban los 30 autobuses que
había, y se cargaban las bicis (unas 1.500), se llegaba al destino, y se volvía
a descargar todo, dieron las 8:15, cuando la salida oficial había sido a las
7:00.
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Primeros tramos de pavés
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En cuanto me pude
montar en mi bici, salí como siempre a “darlo todo”, pero nada más entrar en el
primer tramo de pavés, vi que algo fallaba. Todo el mundo me pasaba…era incapaz
de poder apretar, me dolía todo y parecía que se iba a desarmar la
bici…terminar ese primer tramo fue un alivio, pero en el segundo, otra vez lo
mismo, yo bloqueado, y la gente pasándome a tope…a algunos ni es hacía ruido la
bici…no entendía que pasaba y faltaban 27 tramos más.
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En el Carrefour
de L’Arbre (tras la caída).
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Pero no había
más remedio que tirar para adelante y llegar como fuera. Como los sectores de
pavés estaban numerados, se trataba de ir descontando…cuando llegué a los 10
últimos, iba un poco más animado, e incluso al entrar en el Carrefour de L’Arbre,
que era cronometrado, pensé en tratar de apretar. Pero de repente, sin saber
muy bien cómo, me vi en el suelo (en la hierba, mejor dicho, afortunadamente).
Un espectador me ayudó a ponerme en pie, y tras comprobar que no me había hecho
nada (salvo que debí caer sobre ortigas y me escocía el cuello y la oreja),
pude continuar.
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Velódromo de
Roubaix
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Solo quedaban 2
tramos más, así que ya no debía suponer mayor problema terminar. Por fin, me vi
entrando en el velódromo de Roubaix, e incluso me permití esprintar un poco llegando
a la meta (en mi vídeo podría parecer que había quedado bien clasificado, ja
ja).
Pero el sufrimiento había sido demasiado, y tampoco pude hacer la prueba
como me hubiera gustado, así que aunque terminar fue satisfactorio y la
sensación fue de haber hecho algo fuera de lo común, no al alcance de
cualquiera, la experiencia en sí, no es que se la pueda recomendar a nadie. Casi
seguro que no repetiré, el adoquín que me traje, me lo recordará
Estaba tan dolorido, que no sabía si al día siguiente podría soportar más pavés como tenía previsto, pero la posibilidad de rodar por carreteras Belgas no la podía desaprovechar. Así, que tempranito, tiré para Oudenaarde, donde finaliza el Tour de Flanders, que este año había resultado bastante espectacular con la exhibición de Philip Gilbert y la caída de Peter Sagan.
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Oudenaarde
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La idea era hacer el circuito final, de unos 57 km, y que incluía las
cotas más famosas. Muy pronto afronté la primera, el Koppenberg, que a pesar de
alcanzar porcentajes cercanos al 20%, supuso un cierto alivio, ya que comprobé
que el adoquinado, al ser en subida, no se hacía tan incómodo. Además, los
tramos de enlace, tanto por el paisaje, como por la ausencia de tráfico,
resultaban más agradables que el día anterior.
Después llegarían el Taaienberg,
el Oude Kwaremont, y finalmente el Paterberg, de nuevo alcanzando el 20 %,
antes de regresar a Oudenaarde.
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Patenberg
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El hecho de que
aún estaba en algunos puntos la señalización de la Clásica, unido a que
encontré multitud de grupos (todos perfectamente uniformados), a lo largo del
recorrido, hizo que pudiera respirar el ambiente ciclista de la zona, y es que
Bélgica debe ser algo así como un paraíso para el ciclista…al contrario, que la
Paris-Roubeaix, el Tour de Flanders Challege, no lo descarto en el futuro.
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Arco del
Triunfo
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Al día
siguiente tocaba traslado a París, donde a pesar del caos circulatorio propio
de una ciudad de esas dimensiones, pude encontrar una ruta a través de
carreteras secundarias de unos 60 kms., que resultó agradable, llegando hasta
Versalles. Pero lo más atractivo, fue rodar por el circuito de los Campos
Elíseos, y parar en los principales monumentos, Arco del Triunfo, Torre Eiffel
y Museo del Louvre.
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Versalles
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Torre Eiffel
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El Louvre
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Campos Elíseos
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La “parada
técnica” en el viaje de vuelta, me permitió una toma de contacto con otra
Clásica, la de San Sebastián. Al igual que en Bégica, lo previsto era “recrear”
la parte final, que incluía la subida a Jaizquibel, bastante más duro de lo que
esperaba, sobre todo al principio, y la subida al Monte Igueldo, a tan solo 5
km de la meta.
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Jaizkibel
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Subida Monte Igueldo
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Tuve algunos
problemas siguiendo el track, y me desvié del trayecto varias veces, pero sobre
todo, me equivoqué en la subida final, metiéndome en una auténtica trampa “imposible”
de subir sin echar pie a tierra.
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Peine del Viento
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El inicio
frente al Kursaal, y el final en el Peine del Viento, fue un auténtico lujo,
aunque el recorrido, excesivamente urbano, me impidió disfrutar más del
paisaje, así que a Euskadi, hay que volver obligatoriamente. Para 2018, tengo
anotada en la agenda la Prueba de Vitoria…
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Kursaal
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CLIC AQUÍ PARA VER RUTA: FINAL CLÁSICA SAN SEBASTIAN 2016
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Para rematar la
faena, ya en Linares, los amigos de allí me invitaron a la ruta que tenían
prevista para el Jueves Santo, y aunque llegaba bastante cansado, no me pude
resistir, ya que nos llevaría hasta el Embalse de Quiebrajano, ya en plena
Sierra Sur de Jaén, pasando por Torreblascopedro, Campillo, Vados de Torralba,
Torrequebradilla y Jaén capital, para volver por Mengibar y la carretera de
Jabalquinto.
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Carretera Embalse del Quiebrajano
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Desde el inicio, se puso un ritmito, que me costaba seguir, ya que esta gente están preparando La Pyrennenne, y están todos muy fuertes…
Salieron 145 km, y 2.000 m de desnivel, a casi 26,5 Km/h de media. Pero lo mejor, a parte de la compañía, el espectacular paisaje en la zona de aproximación al embalse.
Y a todo esto, ya
solo quedan dos meses para la QH, así que habrá que empezar a forzar la máquina…