Tras la experiencia de la Vuelta a Cádiz de 2018,
tenía claro que en cuanto fuera posible haría lo mismo en la provincia de Jaén,
y por diversas circunstancias ha podido ser ahora, aprovechando unos días de
vacaciones en Linares.
Pero si ya fue complicado diseñar las etapas de
Cádiz, más aún lo ha sido en este caso, al ser Jaén una provincia de mayor
extensión, y contar con hasta cinco Parques Naturales. De hecho, con los
recorridos descartados, ya tengo para una segunda vuelta totalmente alternativa
y de igual o incluso mayor atractivo.
Para esta primera ocasión he optado por un recorrido
“ortodoxo”, pasando por los puntos que he considerado de mayor interés, tomando
de referencia el trazado de la Super Randonée Jiennense, excursión de alta montaña de más 600
km y un desnivel de 10.000 metros, homologado por el “AUDAX CLUB PARISIENNE”.
Estuve barajando hacerlo tal cual realizando la correspondiente inscripción,
por darle algo de carácter oficial, pero al final pesó más el deseo de incluir
otros trayectos que consideraba prioritarios, como por ejemplo, la subida a La
Pandera, la joya de la corona de Jaén desde el punto de vista ciclista.
Así quedó la cosa:
Etapa 1. Hornos de Segura-Cástulo (Linares)
158,43 km
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+1.920 m
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Etapa 2. Bedmar-Hornos de Segura (Sierra de Cazorla)
131,81 km
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+2.159 m
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Etapa 3. Valdepeñas de Jaén-Bedmar (Sierra Mágina)
113,93 km
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+1.910 m
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Etapa 4. Martos-La Pandera (Sierra Sur)
105,07 km
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+2.677 m
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Etapa 5. Linares-Martos
+1.625 m
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Como ya he
comentado, había tantas variantes, que hasta las 2:00 de la madrugada del día
antes del inicio, estuve dudando sobre el recorrido, sobre todo el del primer
día, ya que de alguna forma condicionaba el resto de etapas. Lo único que tenía
claro era el punto de salida, Hornos de Segura, y el de llegada, Linares. Lo
que me pedía el cuerpo era bajar hacia el Embalse del Tranco y atravesar la
Sierra de Cazorla, pero esto hacía que quedase un poco “desatendida” la zona
Norte de la Provincia, por lo que finalmente, con la idea de tener una visión
más global, decidí salir dirección a Albacete, para a continuación atravesar la
Comarca de El Condado, hacia Úbeda y Baeza, teniendo como “hilo conductor” el
rico patrimonio arquitectónico y arqueológico, de los lugares de paso.
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Segura de la Sierra
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Así que tras el necesario traslado en coche a Hornos, las primeras pedaladas fueron para salir por La Puerta de Segura y llegar a Puente Génave, dejando de lado Segura de la Sierra, sitio que merece mucho la pena, pero que descarté para no alargar en exceso la ruta, habiendo estado además en un par de ocasiones recientemente.
En el tramo por la N-322 pasando por Arroyo del Ojanco hasta el desvío hacia Sorihuela del Guadalimar, al ser un poco “aburrido”, estuve pensando que habría sido mejor opción salir por el Tranco, para subir hacia Villanueva del Arzobispo, aunque ya era algo que no se podía corregir.
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Fuente los Caños. Castellar
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Tras la subida a Castellar, pasando cerca de la Cueva de la Lobera, donde se ubica un importante yacimiento Íbero, nuevo desvío por carreteras muy secundarias, buscando Sabiote, para realizar la primera ascensión con entidad de la “Vuelta”, de 9 km y 400 m aproximados de desnivel.
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Iglesia del Salvador. Úbeda.
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Debido al corte de la carreta por donde pretendía entrar en Úbeda, y algo de lío en el callejeo, me costó más de lo previsto llegar al primer hito que tenía señalado: La Sacra Capilla del Salvador, importante muestra de Arquitectura Renacentista, obra de Andrés de Vandelvira. Seguidamente, paso por Baeza, que junto con Úbeda, fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2003.
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Plaza del Pópulo. Baeza
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En este punto, con la idea de enfatizar aún más el “carácter histórico-artístico” que estaba tomando la etapa, ya había tomado la decisión, de poner “punto y seguido” en la Ciudad Iberorromana de Cástulo, a unos 5 km de Linares, así que en Ibros, donde también se tiene algunos de los vestigios más antiguos de la cultura Íbera, me dirigí hacia Lupión, para terminar por la carretera de Torreblascopedro.
La carretera asfaltada llega hasta el mismo Centro
de Recepción de visitantes, pero decidí ya que estaba, llegar hasta las propias
ruinas, y aprovechar para realizar una “visita de obra”, pues precisamente en
estos momentos estamos realizando el “Acondicionamiento
del entorno del Edificio del Área 1”…
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Termas romanas de la Villa del Olivar de Cástulo.
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Al final, con las improvisaciones, salieron 158 km, y cerca de 2.000 m de desnivel, que sin haber subido ningún gran puerto, indica el tipo de terreno que tenemos en Jaén…
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Fuente de la Pililla. Bedmar.
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Para el segundo día, de nuevo tuve dudas.
Inicialmente, lo previsto era llegar a Hornos, a través de la Sierra de Castril
y Santiago de la Espada, algo que tenía en mente desde hace bastante tiempo, pero
pensé que en una “primera” vuelta a Jaén, no podía faltar el paso por la Sierra
de Cazorla, así que rediseñé la Etapa para cruzarla de Sur a Norte, fijando la
salida en Bedmar.
Desde Jódar, tenía por delante un largo tramo de aproximación de unos 50 km con numerosos sube y baja, pero siempre ascendente, que por momentos, salvando las distancias, me recordó al de la Etapa del Iseran del reciente Tour. En la entrada a Cazorla, el desnivel acumulado era ya de 1.000 m, comenzando a ganar altura de forma rápida a través de las propias calles de la población, donde “descubrí “ La Casa de las Bicicletas, Alojamiento rural curiosamente decorado, y que parece ser que es muy conocido en el mundillo ciclista, aunque yo siendo de Jaén, no tenía idea.
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La Iruela. Sierra de Cazorla.
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El paso por la Iruela, a parte permitirme ver su espectacular Castillo de origen Almohade encaramado en la roca, me recordó aquel final de Etapa de la Vuelta de 2015, que vine a ver en bici desde Linares.
Justo aquí, algo que no controlaba, hizo que la parte más atractiva del recorrido, ya en pleno Parque Natural, quedara algo deslucida: debido a una concentración de coches antiguos se produjeron problemas de circulación, que si bien en la subida al Puerto de las Palomas, mucho más fácil que la del homónimo de la Sierra de Grazalema, apenas me afectaron, en la bajada hasta Arroyo Frío, si me ralentizaron bastante, obligándome a realizar varias frenadas bruscas, e incluso algún parón.
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Mirador del Puerto de las Palomas. Sierra de
Cazorla.
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Carretera de la Sierra.
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A la altura de la Torre del Vinagre, donde se ubica el Centro de interpretación de la fauna y flora de la sierra, pareció que la caravana terminaba su recorrido, por lo que ya pude continuar más cómodamente, sin tragar humo, disfrutando de los pinares que se extienden por toda la zona.
Tras pasar Cotorríos, y las zonas de acampada de Los Llanos de Arance y Fuente la Pascuala, que frecuenté de niño, parada para tomar algo en el Centro Cinegético del Collado del Almendral.
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Presa del Embalse del Tranco
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Desde aquí, pronto alcancé las colas del Embalse de Tranco, que a mi
entender, presentaba un nivel bastante bajo. En la presa, ya solo quedaban 20
km, pero el cansancio y el calor iban haciendo mella, y ya cada subida costaba
bastante.
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Hornos de Segura.
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Tuve que hacer una última parada en Cañada Morales, aunque solo quedaban 10 km para la “meta”. Tras reanudar la marcha, pronto tenía a la vista Hornos de Segura, en lo alto de su atalaya rocosa. Iban ya 2.000 m de desnivel, y quedaba la subida final, pero el trabajo ya estaba terminado.
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Puerto de las Coberteras. Al fondo, La Pandera.
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Teniendo en cuenta que la “etapa reina” seria la cuarta, que incluiría la subida a La Pandera, la tercera la plantee a modo de “etapa de transición”, entre Valdepeñas de Jaén y Bedmar, aunque el terreno de por medio no lo pondría fácil. De inicio, subida al puerto de las Coberteras, ubicado a la espalda de La Pandera, y que supongo que por pillarme aún frío, se hizo bastante duro ( unos 6 km, al 7 % de media)..
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Acceso a Embalse de Quiebrajano.
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La bajada hacia el Embalse de Quiebrajano, resultó complicada por la presencia de bastante gravilla suelta, teniendo algún sustillo. (Siempre este trayecto lo había hecho en sentido inverso, que no ofrece mayor dificultad que el propio porcentaje de las rampas).
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Presa del Embalse de Quiebrajano |
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Catedral de Jaén.
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Tras el paso por la presa y el túnel de acceso (salida en este caso), más bajada ya sin riesgo hasta Puente de la Sierra, y desvío hacia Jaén Ciudad, entrando hasta la Catedral, que no es la de Santiago, pero tampoco está mal...
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Castillo de la Guardia de Jaén.
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Una vez abandonada la Capital, el siguiente destino era La Guardia de Jaén, que por su posición estratégica tuvo gran protagonismo e importancia a lo largo de la historia, como prueban los importantes restos existentes de época romana y visigoda, y su imponente castillo árabe.
Llevaba 45 km, y aún quedaba bordear Sierra Mágina, lo que haría por la antigua Nacional Bailén-Motril hasta la Cerradura, accediendo por Cambil hasta Huelma, resultándome la subida más contundente de lo que recordaba: cerca de 14 km, y unos 600 m. de desnivel. Lo más atractivo, el paso por la base de los Picos Almadén y Mágina, el techo de Jaén, con 2164 m de altitud.
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Cambil. Sierra Mágina.
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En Huelma, parada para repostar, afrontando ya el tramo final del recorrido, sin grandes dificultades, al descartar subir a Belmez de la Moraleda, pueblo famoso por sus “caras”.
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Vista de Sierra Mágina
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En Huelma, parada para repostar, afrontando ya el tramo final del recorrido, sin grandes dificultades, al descartar subir a Belmez de la Moraleda, pueblo famoso por sus “caras”.
Superados los últimos repechos, giro a la izquierda
hacia Bedmar, con una panarámica muy amplia de la fachada Norte de Sierra
Mágina para rematar el día, que finalmente, con 113 km y más de 1.900 m de
desnivel, no fue de transición para nada.
Llegó el día más esperado, la gran etapa de montaña
por la Sierra Sur con salida desde Martos y final en La Pandera, sin duda lugar
emblemático por ser Meta habitual de la Vuelta a España.
La idea era llegar a Alcaudete por Venta Pantalones,
primer “puerto puntuable” del día, para seguir hacia Alcalá la Real, y llegar a
Valdepeñas de Jaén pasando por Frailes, pero en el tramo hacia Ventas de
Carrizal, se me ocurrió una nueva improvisación, que ya me había planteado antes,
pero que no la había considerado en esta ocasión, por temor a endurecer la ruta
en exceso: enlazar Hoya de Charilla y La Pandera…Pensé, que por qué no, y tomé
el desvío hacia Castillo de Locubín, para afrontar el Puerto del Castillo.
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Alcalá la Real.
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Me supo un poco mal, girar hacia Charilla, dejando de lado Alcalá la Real, presidida por la impresionante Fortaleza de la Mota, por donde hubiera pasado de no haber cambiado de plan. Pero finalmente creo que valió la pena, ya que estoy convencido de que el encadenado realizado es de los más exigentes a nivel competitivo.
Y es que la dureza de Hoya de Charilla y su
extensión hasta el Collado de los Frailes, aún siendo muy irregular, es
equiparable al de la Pandera, y viceversa…El perfil marca una zona de 1,8 km al
13,9 de media, pero es que en ese tramo hay cerca de medio kilómetro que no
baja del 18 %, lo que obliga a esforzarse al máximo.
Una vez superadas estas durísimas rampas, se conecta con la carretera de Frailes, por donde hubiera llegado, y tras unos cuantos repechos más, bajada hacia Valdepeñas, para afrontar la Pandera por el Collado de la Ranera, tal como se hizo en la última ocasión que llegó la Vuelta, y donde al Puerto muestra sus datos más rotundos.
Este tramo inicial, ya castiga bastante, más aún
cuando se llega a la antigua cancela donde comienza la subida a la Pandera
propiamente dicha con 2.000 m acumulados.
Pero curiosamente, la parte dura, que otras veces resultaba agónica, esta vez pareció no costarme tanto, supongo que por contraste con el anterior, ya que aunque es más mantenido, no supera el 15 % de pendiente.
En la cima, fotitos para celebrarlo, y para casa…
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“Paso por Meta” en La Pandera.
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Paseo de Linarejos.
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Solo quedaba ir a recoger el coche a Martos, saliendo desde Linares, por lo que el último día podría habérmelo tomado como “paseo triunfal”, pero quería rematar la faena, incluyendo el paso por otros sitios interesantes que tenía a mano.
Descartada la zona de Despeñaperros, que tendrá especial protagonismo en una futura 2ª edición de esta particular “Vuelta a Jaén”, me dirigí hacia Baños de la Encina, para visitar su Castillo, construido en el siglo X , y que es uno de los mejor conservados de la época Omeya en la Península, declarado Monumento Nacional.
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Castillo de Baños de la Encina.
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Desde allí, por carreteras secundarias, dirección Córdoba,
con desvío para subir a la Parrilla, y al menos “rozar” el Parque Natural de la
Sierra de Andújar, pasando a poco más de 10 km del Santuario de la Virgen de la
Cabeza, donde se celebra una de las tradiciones más arraigadas en la zona.
Después descenso hacia Andújar, cruzando el Guadalquivir por su Puente romano, poniendo ya rumbo hacia Martos, a través del inmenso “mar de olivos” en el que se ha convertido toda la zona Oeste de la Provincia.
La última parada antes de la llegada, tuvo que ser en Arjona, pueblo paterno y materno, donde pasé de niño todos los veranos, en casa de los abuelos. La subida, que cuando la hacíamos en el coche, era infernal por las curvas y los consiguientes mareos, resultó mucho más cómoda en la bici…
Tras continuar la marcha, tramo de bajada hasta
Escañuela, y desvío hacia Villadompardo, con terreno todo en ascenso por
delante, aunque ya con el perfil de la sierra Sur como telón de fondo, lo que
animaba bastante. Con el viento portándose bien y sin mucho calor, pronto
estaba en Torredonjimeno, superando de sobra los 1.400 m de desnivel que
necesitaba para llegar a los 10.000 m acumulados en el global de la vuelta.
Aún, quedaba el tramo final hasta Martos, y decidí
hacerlo por la “Autovía del Olivar” que me permitía entrar directamente hasta
donde tenía aparcado el coche, evitando más callejeo, y además me ofrecía una
magnífica vista de la Ciudad enroscada al pie de su cerro, como colofón para esta
Vuelta a Jaén, resultando la última etapa tan interesante como las cuatro
anteriores, sumando 122 km, para un total de 630 km.
Decir, que habiendo tenido ya numerosas experiencias
extraordinarias con la bici, esta casi que ha sido la más especial de todas, pues a parte de que la tierra “tira
mucho”, en cada rincón por el que pasaba, me venían recuerdos de mis primeras
salidas en bici con los amigos de la Urbanización Parque Doña Elvira, de los
viajes acompañando a mi padre a vender libros por los pueblos de la sierra, de
aquellas rutas especiales con el Club Ciclista Cástulo, los entrenamientos con mi hermano, cuando él corría de juvenil, o de el día que
pillándome una impresionante tormenta en la carretera, cuando aún no existían
los móviles, mi madre habló hasta con el
alcalde de Guarromán para tratar de localizarme…En fin, como ya he adelantado,
tengo prácticamente trazado un segundo recorrido alternativo, que trataré de
realizar cuando la familia lo consienta, pues evidentemente, sin su comprensión
y apoyo, y en este caso, hasta con colaboración en la logística, estas
historias son imposibles de realizar.
Creo que con esto, este año ya está más que aprovechado…Para
el 2020, ya hay algunas ideas, pero es pronto para concretar…