sábado, 11 de julio de 2015

Alpes 2015


         Tras la participación en “La Indomable” en Berja (Almería), ya solo nos quedaba un mes para afinar y llegar en perfectas condiciones a nuestra gran cita de la temporada 2015: La Marmotte, sin duda la “madre” de todas las marchas, por dureza, participación y entorno en el que se desarrolla.

 
 
 

 

        Ya que tres de los compañeros de viaje, eran de Lora del Río, junto a Juan Velarde, Antonio Corpas e Iñaki Fernández, acudimos a la Marcha que allí se celebra, en homenaje al exprofesional local Javier Ramírez Abeja. El recorrido, de 125 km por las estribaciones de la Sierra Norte de Sevilla, incluyendo un tramo libre de 30 km, con la subida final a la Ermita de Setefilla, resultó atractivo, y realizado a 27 de media, fue un buen test.
 

         Pero el entrenamiento más específico que realizamos fue en la zona de los Reales-Rio Genal, que es dura por donde quiera que vayas. Se nos fue un poco la mano con la ruta planeada y salieron 145 km y cerca de 4.000 m de desnivel, pasando por Estepona, Peñas Blancas, Jubrique, Algatocín, Benarrabá, Genalguacil y de nuevo Peñas Blancas, pasando incluso un tramito de "sterrato", para finalizar subiendo al mirador de los Reales.
 
          Buscando puertos similares a los que nos esperaban en los Alpes, decidí ir a ver uno de los pocos que no conocía a pesar de tenerlo bastante cerca: el Puerto del Madroño, desde San Pedro de Alcántara. La ruta con salida desde Ronda, incluyó la bajada a San Pedro, para de vuelta subir el puerto, que se hace largo (21 km), pero sin desniveles importantes (5 % de media). En la cima, desvío hacia Pujerra, para terminar subiendo Sierra Blanca, por Igualeja, que este sí que es de los que se agarran.
 

 
        Y lo último, antes de partir, fue en casa, dando la vuelta al Parque Natural de Sierra Mágina de Jaén, con salida desde Mancha Real, pasando por Cambil, Huelma y Belmez de la Moraleda, incluyendo la subida del Puerto de Albanchez, desde Bedmar, tramo que pasaba por primera vez y que con rampas de hasta el 18 % se hace muy duro, y finalizando con la subida de la parte asfaltada del Almadén, que ahora me recuerda bastante al inicio del Mont Ventoux. En total 120 km y más de 2.500 m de desnivel.
 
 

         Llegó el día, aunque para empezar nos esperaban 1.200 km de carretera, hasta Figueres donde haríamos noche, y otros 350 más hasta Malaucène, donde por fin nos montaríamos en la bici, y nada más, y nada menos, que para encarar el Mont Ventoux, puerto mítico donde los haya.
 
         Los miembros de la expedición:
Javier Quesada, Manuel Antonio Caro, Buenaventura Magriz, Luis González, Jose Luis Romero, Juan Velarde, Jose Velarde Escobar, Rafael Marín, Antonio Guisado, Manuel Algarin, Manuel Cascales, Jose Miguel Guerrero, y para cuidarnos, Candelaria Escobar y Silvi Acosta.


Tramo final del Mont Ventoux
         Tras unos primeros kilómetros, para tomar contacto con las carreteras francesas, en seguida nos plantamos en Bedoin, donde comienza el puerto. Los 7 primeros kilómetros son bastante suaves, hasta tomar una curva a izquierda donde nos encontramos una primera rampa al 10 % que se prolongaría 9 km, prácticamente sin descanso. Tras un par de kilómetros suaves, poco a poco vuelve la dureza, saliendo del bosque que nos había acompañado hasta entonces, y entrando en la famosa zona de “paisaje lunar”, que tantas veces hemos visto en el Tour. Los dos últimos kilómetros, con el repetidor ya a la vista, son los más duros, pero como el viento se portó bien, se coronó sin mayores dificultades, aunque eso sí, con temperaturas muy elevadas (parecía que la ola de calor nos la habíamos traído para aquí).



En la cima del Mont Ventoux
 

         Desde la cima, descenso por la vertiente de Malaucène, que en apariencia es igual de dura, pero quizá menos bonita. En total, 55 km y 1.800 m de desnivel.

 
          El segundo día, nos esperaba una ruta que sobre el papel parecía prometedora, al desarrollarse a caballo entre Francia e Italia, y que una vez realizada, será una de esas que no olvidaremos nunca, con las subidas del Col de la Bonette (la carretera más alta de Europa, con permiso de Sierra Nevada), y el Col de la Lombarde por Isola.
 
 
Comienzo de la Bonette
         Con salida desde La Condamine, enseguida llagamos a Jausier donde comienza La Bonette.  23 km, con una pendiente media muy constante y entorno al 7%, por lo que la subida se hace cómoda, aunque cuesta casi dos horas completarla. Arriba, en el techo de los Alpes (a 2.802 m), el paisaje y las vista más que impresionantes.
 
Tramo final de la Bonette y en la cima.
 

         El descenso por la vertiente de Sant Etienne, resulta igual de espectacular o más, con multitud de curvas de herradura, para terminar metidos en otro valle con abundante vegetación.
Inicio del descenso hacia Sant Etienne
Parada a mitad de descenso.


 
         


Inicio del Col de la Lombarde por Isola
         Tras una paradita, unos 20 km de falso llano hasta llegar a Isola, donde comienza la vertiente francesa del col de Lombarde, que desde el mismo arranque es exigente. Hasta Isola 2000 (estación de esquí, que ha sido final de etapa en el Tour en alguna ocasión), hay 16 km, y ahí aún quedan 5,5 km hasta la cima, que con lo que ya llevábamos acumulado, empezaba a costar.
 
En la cima del Col de la Lombarde
        Justo en la cima, encontramos la frontera con Italia, y precisamente, la bajada por la vertiente italiana hacia Vinadio, resultó lo más espectacular de la ruta si cabe, aunque no me consta que sea un puerto habitual en el Giro: carreterita estrecha, continuas curvas de herradura, desniveles importantes,…no tenía desperdicio ni un metro, recordando por momentos al Mortirolo.
 
         Terminada la bajada, aún nos quedaban 50 km para llegar a los coches, y con el col de Larche de por medio, que no presentaba mucha dificultad en cuanto a rampas, pero que tenía unos 30 km de subida, con lo que se hizo algo pesado.
 

 
 
 

En la bajada de la vertiente italiana del Col de la Lombarde, con los amigos de Lora del Río
 
          Al terminar, la satisfacción por haber hecho una ruta de este tipo fue enorme, aunque me queda la duda de como hubiera resultado hacerla en sentido inverso, que es como estaba previsto en un principio…habrá que volver para comprobarlo.
 
 

          El tercer día, debido al cambio de recorrido en la Marmotte, a consecuencia de las obras que se estaban realizando en la carretera que une el Col de Lautaret con Le Bourg D’Oisan, era obligado ir a subir el Galibier, que había sido sustituido en la Prueba por la Croix de Fer, al igual que en el Tour, aunque parte del grupo prefirió descansar.
 

Subiendo el Col de Lautaret
          Salida desde Briançon, donde estábamos alojados, hacia el Col de Lautaret,  a un ritmo muy bueno, lo que me iba recordando el ataque de Andy Schleck con sus compañeros de equipo en el Tour de 2011, aunque nosotros íbamos más recreándonos en el paisaje.
 
 
Inicio del Galibier


       Pronto estábamos cogiendo el desvío hacia la derecha para encarar los 8 km del Galibier por esta cara. Era mi segunda vez, pero seguía impresionando de la misma forma.

       En el video grabado por el amigo Javi Quesada, puede hacerse una idea de lo “mágico” de este lugar…por cierto, que parece que vamos fácil, ja ja ja.
 
Segunda vez en la cima del Galibier.
 

En el Monumento a  Pantani
         En la Cima, aunque llevábamos el tiempo justo, decidimos permitirnos el lujo de bajar hasta el Monumento a Pantani, lo que nos permitió disfrutar a la vuelta de los últimos 4 km de la subida de la vertiente de Valloire, la que se sube de forma habitual en el Tour.
 
 
Tramo final del  Galibier por la vertiente de Valloire
 

 
El regreso a Briançon, rapidísimo, disfrutando en la bajada más si cabe.
Descenso del  Galibier
 


En la salida de la Marmotte
          Seguramente, no llegábamos en las mejores condiciones debido al desgaste acumulado los días anteriores, y al poco tiempo de descanso que habíamos podido tener. Pero ahí estábamos en la salida de la Marmotte, con la ilusión de terminar y hacer la prueba lo mejor posible, y vistiendo la equipación especial que nos habíamos regalado para la ocasión.

 


          Tras casi una hora de espera, ya que la salida se hacía de forma escalonada según el número de dorsal y nosotros éramos de los últimos, por fin empezábamos a rodar, los 10 primeros kilómetros muy rápidos, para enseguida comenzar las primeras rampas del Glandon, que por esta vertiente es muy irregular, combinando zonas duras, con descansos y bajadas, con lo que es difícil coger el ritmo. Tras hora y pico, por fin alcancé la cima, y en el descenso, la curiosidad de encontrar gente pinchada prácticamente en cada curva…
 

        
          La siguiente ascensión eran las ya famosas “Lacets de Montvernier”, donde el rosario de corredores ya era enorme, aunque al haber 7000 participantes, siempre parecía que estábamos rodando en grupo.

 
En una de las últimas curvas de  la subida a Montvernier
 
         Tras el descenso, el tramo más “feo” del recorrido hasta llega al pie del col de Molard, que es de los que engaña, ya que tras 10 km donde parece que ya se ha coronado, aún quedan otros 6 de subes y bajas, que se hacen largos.
 
        
En la Croix de Fer
      Tras un buen avituallamiento, de nuevo tramo de descenso, hasta el pie de la Croix de Fer, que por esta vertiente “solo” tenía 12 kilómetros. Para mentalizarme, pensaba que era como subir las Palomas, aunque el tramo final, en realidad, se hizo bastante más duro.

 

 
     

      Desde la cima, ya solo quedaba el descenso del Glandón, con su par de repechos, y el tramito de llano hasta Le Bourg D’oisans, así que pronto estaríamos al pie de Alpe D’Huez. (Por cierto, agradecer los ánimos de Silvi y Candi al paso por este punto).

      Resulta que según la gente del lugar, no habían tenido temperaturas tan altas en la zona desde hacía 10 años. Lo dicho, trajimos con nosotros la ola de calor. Menos mal, que aquí no faltaba agua y gente animando que se ofrecía a refrescarnos, y aún así en ya había casi más gente parada en la cuneta o a pie, que sobre la bici.

En la Meta de la Marmotte
      La subida se inicia de forma muy brusca, y los tres primeros kilómetros son realmente lo más duro. A partir de ahí, suaviza y ya la subida se queda en unos porcentajes más “normales”. Poco a poco, iban cayendo los kilómetros, y sobre todo, al entrar en los últimos tres, la sensación era cada vez más de euforia. Por fin, ya en la Urbanización, el último kilómetro prácticamente llano, y el objetivo conseguido.
 
      El resultado, por un lado mejor de lo esperado: puesto 1193 de 7.000, pero por otro, el pequeño mal sabor de no conseguir el Oro por solo 7 minutos. Así que cuando se me olvide lo duro que resulta el Glandon, y se recupere el trazado habitual de la Prueba, con el paso del Galibier, prometo repetir.
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