domingo, 25 de marzo de 2018

CANTABRIA 2018


Llevaba tiempo con ganas de ir a Cantabria, sobre todo después de ver la Etapa de la pasada Vuelta con final en Los Machucos, y tenía marcada en la agenda varias grandes Pruebas que se disputan en la Región (Los 10.000 del Soplao, La Cantabrona o La Transcantábrica), aunque ninguna cuadraba bien del todo.



Con Indurain, en la zona de meta del Desafío Oscar Freire.

En cambio, surgió la posibilidad de tomar unas “minivacaciones” en familia a mediados de Marzo, y casualmente,  la única Marcha que se celabraba en estas fechas en la península, era el Desafío Oscar Freire, en Torrelavega, que no siendo tan exigente como las anteriores, no estaba mal para “debut” en 2018, y tenía el aliciente de contar con la participación de D. Miguel Indurain como” artista” invitado.












Pero esto se fraguó a final de Febrero, un poco para “compensar” el fiasco que tuve en el primer objetivo que me había marcado para esta temporada: el seguimiento de la Vuelta a Andalucía, que ofrecía un recorrido que me permitía estar presente en 4 de las 5 etapas (Mijas, Las Allanadas, Alcalá de los Gazules y Barbate).

Así, desde principio de año, tenía mes y medio de preparación para coger la forma necesaria para hacer lo que tenía pensado en condiciones.

El mismo día de año Nuevo, estando de visita en Guadalupe (Cáceres), decidí volver a intentar el ascenso al Pico Villuercas, de lo que ya había desistido en dos ocasiones anteriores debido al mal estado de la carretera, pero ahora sabiendo que tenía “vía de escape” para la bajada por la vertiente de Navezuelas, a través de la pista que hormigonaron hace unos años.
 



La subida muy larga, pero sin grandes pendientes, sería ideal para el cicloturismo, pero lamentablemente, la carretera está peor aún de lo que recordaba, casi impracticable para bici de carretera en muchos tramos. Aún así, persistí, porque ya estaba en un punto en el que volver iba a ser más problemático, que seguir subiendo, hasta que con bastante esfuerzo conseguí alcanzar el desvío a Navezuelas. Dudé si dejarlo ya, pero viendo que el asfalto mejoraba algo, me animé a hacer los dos kilómetros que quedaban hasta la cima, aunque justo en el tramo final, me encontré una espesa niebla, que me impidió ver qué vistas había y ni me dejó sacar fotos.


Monasterio de Guadalupe
 
Tras el descenso, por la pista de hormigón, relativamente cómodo a pesar de las continuas herraduras de 180 º, vuelta a la “casilla de salida”, por Cañamero, y atravesando el bonito desfiladero del Ruecas, para terminar  justo en el Monasterio, donde esperaba la familia.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 


 
 
Otro puerto que tenía pendiente, por el mal estado de la carretera, era el de las Coberteras en Jaén, así que como pensé que peor que el Villuercas no iba a estar, en la primera ocasión que tuve, fui a probar, y no me equivoqué.  La primera parte del recorrido, desde Jaén al Embalse del Quiebrajano, era de sobra conocido.  A partir de la presa, un primer tramo con varias curvas de herradura enlazadas, que se hacía algo duro, pero con el asfalto aún en buenas condiciones, hasta que empezaron a sucederse tramos de tierra, pero fáciles de pasar, así que sin mucha complicación, salvo por los 10 km de subida al 6,55 de media, conseguí llegar a la cima. Y lo que más temía, que era la bajada, la encontré arreglada perfectamente.
 

Desde el Alto de la Mella, con Jaén de fondo.
De vuelta a Jaén capital, habiendo pasado por Los Villares y Jabalcuz, quise acabar la ruta en el Alto de la Mella, más que nada, para grabar los datos de la subida y sacar el perfil, ya que no he encontrado nada de información en ninguna de las páginas especializadas, cuando se trata de un puerto de consideración. 9 km, al 6,3 de media, pero con los tres últimos kilómetros, por encima del 10%, y rampas de hasta el 18%.
 
 
 
 


Lástima que donde se acaba la carretera, no hay espacio, ni casi para dar la vuelta, por lo que cualquier posibilidad de ser final de Etapa en cualquier competición, entiendo que queda descartado.
 
 
También en Jaén y casi desconocido, es el Puerto de Trisla, en la carretera de Jimena a Torres. Ya lo había subido en dos ocasiones, pero en la primera, perdí el gps, y en la segunda, una granizada, hizo que el altímetro se volviera loco. Así que a la tercera, por fin puede recoger los datos correctamente. El perfil, parecido al de la Mella, con un inicio suave, hasta tomar a los 7 km el desvío para afrontar la parte final, que es la que acumula toda la dureza, con tres tramos en escalera, bastante duros, para coronar a 1139 m de altitud.
 

Para completar la vuelta, subida del puerto de Albanchez, por Torres, vertiente menos usual y más fácil, pero que resulta interesante, disfrutando de espléndidas vistas sobre Sierra Mágina.
 
 
 
 



De regreso de las Vacaciones de Navidad, ya en Jerez, pronto se presentó una circunstancia que no puedo resistir aprovechar: nieve en Grazalema...
Tramo final de la subida al Boyar
Con el Puerto de las Palomas cortado, me limité a dar la vuelta por Villaluenga, Los Alamillos, la Ctra de Ronda, El Puerto de Montejaque y la Ribera, terminando subiendo el Boyar por Gaidovar,  sorprendiéndome en la cima condiciones meteorológicas un tanto adversas...




 CLIC AQUÍ PARA VER RUTA: El Bosque-Villaluenga-ctraRonda-Gaidovar-Boyar

 
 
Más nieve, iba a encontrar seguro, en una nueva ruta en Granada, aunque de inicio, el objetivo era ir a conocer la subida de Puerto Lobo, con 11 km de subida, arrancando desde la capital y terminando en pleno Parque Natural de la Sierra de Huetor.

La Alambra desde el Sacromonte
La salida desde Cenes, atravesando Granada para buscar la carretera del Sacromonte, encontrando vistas impresionantes sobre la Alhambra. Tras pasar la Abadía, la carretera empieza a tomar pendiente de forma repentina, hasta el desvío hacia al Fargue, ya por la carretera de Murcia, en la que se encuentra el cartel del Puerto, aunque la subida continúa hasta el Centro de Visitantes,  desde donde se tienen vistas de Sierra Nevada en toda su plenitud. Desde allí, vuelta por el mismo sitio, buscando Huetor Santillán, para pasar a la zona de Quentar, a través de la carreterita que une ambas localidades con Beas de Granada.

Vista desde Puerto Lobo.
Con Paradollano al fondo
 
El resto de la ruta, ya más habitual:  subida a Pradollano desde Güejar Sierra, por el Duque y el Collado de las Sabinas, amenizado por la presencia de nieve desde una cota bastante baja (a mitad del Duque), pero que no supuso ningún impedimento, para completar la ruta, que se fue a 92 km, y 2.500 m de desnivel . Ni siquiera, hizo el frío que cabría esperar.
 
 

 
CLIC AQUÍ PARA VER RUTA: Granada-Puerto Lobo-Huetor-Quentar-Güejar-El Duque-Pradallano


Inicio de la subida a La Cabra
De nuevo en Granada, pude acompañar a la grupeta jerezana-lebrijana, en una “Vuelta a la Cabra”, saliendo desde Alhendín, aunque iba con prisa y ya desde Ontivar, tuve que seguir por mi cuenta. El resultado, 123 km y 2.400 m, a casi 23,5 Km/h de media, que no está mal para ser invierno. Curiosamente, según Strava, en los 24 km de subida a la Cabra hice RP por 7 segundos.

 
 
Como siempre que está presente Javi Quesada, tenemos un buen reportaje fotográfico y video resumen.
 
El grupo, terminando la subida
 
CLIC AQUÍ PARA VER RUTA: Vuelta a La Cabra desde Alhendín.


Peñas Blancas-Los Reales, no podía faltar en las rutas previas, con la novedad en esta ocasión, de comenzar la subida por la “cuesta de los Almendros”, paralela a la del Arroyo Parroso, e igual de dura o más que ésta, con tres rampones al 20 %, que me dejaron tocado para todo el resto del puerto.
Desde Peñas Blancas, descenso hacia Jubrique con la grata sorpresa de encontrar la carretera reasfaltada, resultando muy placentero. Finalmente, vuelta por Genalguacil, para terminar en Los Reales, algo que siempre emociona.
En los Reales, otra vez más.
 
Otra buena noticia, es el anuncio de una nueva Prueba, “La gran Fondo Costa del Sol”, que se disputa el 15 de Septiembre, en este mismo escenario, por lo que será una cita obligada.
 


Tramo final de Sierra Blanca
La última salida previa a la Vuelta a Andalucía, fue por la Serranía de Ronda, con la compañía de Alberto Martino, pasando por Igualeja, para subir Sierra Blanca como “aperitivo”.  Desde la cima de El Madroño, bajada hacia Pujerra, de nuevo encontrando tramos recientemente asfaltados, lo que se agradece enormemente.
 
 
 
Paso por Juzcar
De ahí, hacia Júzcar, que sigue azul,  continuando hasta Farajan, para tomar el desvío hacia el río Genal, y hacer completa la subida del Puerto de los Peridigones por Alpandeire, inspeccionando antes el camino que conduce a Jubrique, que ofrece un primer tramo en buenas condiciones, y que aunque luego empeora muchísimo, habrá que probar a pasar en alguna ocasión.
 
 
 

 


El final de ruta, en pleno Tajo de Ronda.



 

Pero cuando todo estaba planificado para la Vuelta, una inoportuna enfermedad, me dejó bajo mínimos, teniendo que descartar acudir a Mijas, desde donde salía la primera etapa, y aunque me presenté en La Guardia para tratar de ver el final en Las Allanadas, no fui capaz de montarme en la bici, por lo que finalmente, todo se redujo a una presencia testimonial en la Meta de la Etapa de Alcalá de los Gazules,con el CC Jerez, cuando el plan era haberla hecho casi entera y al paseo por la zona de Barbate, donde se disputaba la CRI final, que al menos me permitió pasar el tramo el bonito tramos de sterrato que incluía el circuito, más fácil de transitar que muchas carreteras y además,“descubrir” una nueva subida a Vejer, desde la Breña, también con algún tramito de tierra. Rematé el recorrido, con una segunda subida a Vejer, recordando el final de Etapa de la Vuelta a España de 2015, por la “famosa cuesta del Kilómetro”, que al no estar al 100%, se me atragantó un poco.
 


En la Meta de la Etapa Sevilla-Alcalá de los Gazules.


Tramo de sterrato de la CRI de la Vuelta a Andalucía 2018


Vejer, desde la zona de Meta de la Etapa de la Vuelta 2015
 
 

Tras unos días de descanso y salidas suaves, ya me encontraba recuperado del todo, pero con las tres semanas de lluvias casi ininterrumpidas que hemos padecido por Jerez,  tampoco hubo ocasión de hacer nada muy específico para preparar las rutas que tenía planeadas por Cantabria, pero como se trataba más que nada de conocer la zona, tampoco suponía mayor problema.
El planning, como siempre, muy ambiciosos, aunque contaba con tener que descartar algo:
Día 1. Astilleros-Parque de Cabárceno-Peña Cabarga.
            44 km. + 800 m.

 
Día 2. Mirones- Portillo de la Lunada-Portillo de la Sía-Los Machucos
            86 km. +2.700 m.


Día 3. La Hermida-Collado de la Hoz-Potes-Fuente De
            125 km.  +2.000 m
 
 

Día 4. Desafío Oscar Freire.
            120 km. +1.600 m.
Día 5. Reinosa-Alto Campoo-Fuente del Chivo.
            57 km. +900 m.

 
 

 
 
 
Con unas previsiones metereológicas no muy prometedoras, nos pusimos en camino, y ya desde Sevilla, nos acompañó una persistente lluvia, y un fuerte viento, que casi impedía salir del coche. En cambio, nada más atravesar la cornisa cantábrica, nos encontramos un cambio total, y aunque ya se había hecho tarde como para coger la bici y subir Peña Cabarga, que era lo que tocaba, pudimos hasta dar un agradable paseo por la Playa del Sardinero, en Santander.
El día siguiente, aprovechando que amaneció con un tiempo espléndido, fui directo a por el objetivo prioritario, los Machucos, aunque con el imprevisto de encontrar el Portillo de la Lunada cerrado a consecuencia de las últimas nevadas.
 

Parte final de Estacas de Trueba
 
Esto me costó, dar un buen rodeo, alargando la ruta 20 km más, y subiendo 3 puertos, El Caracol, La Braguía, y sobre todo, Estacas de Trueba, que según he leído en las páginas especializadas, no desmerece en absoluto a la Lunada. Por los números, y sensaciones, se me asemejó a las Palomas, aunque el “decorado” parecía más de alta montaña.
 
 

Cima del Portillo de la Sía
En la cima, la frontera con Castilla León, con lo que parte del recorrido, discurrió por tierras burgalesas, hasta retornar a Cantabria tras subir el Portillo de la Sía. La bajada, enlazada con la del collado del Asón, resultó lo más espectacular del día, por el paisaje y el trazado de la carretera.
 

Bajada del Collado del Asón.


En seguida, tras atravesar Arredondo, desvío hacia Bustablando, donde comenzaba la subida a los Machucos (Collado Espina, según las web de altimetrías).

Creía que se había exagerado un poco sobre su dureza, aunque aquí lo pasara mal el mismísimo Froome, pues viendo el perfil, excepto las primeras rampas en las que se alcanza una “inhumana” pendiente del 26 %, el resto parecía un puerto “normal”. 

 
Pero no había contado con que empezaría  a subir ya con 2.400 m de desnivel acumulado, y lo cierto es que, a las primeras de cambio, no sé si por cansancio o poca habilidad, hubo que poner pie a tierra, y para colmo, al tratar de reanudar la marcha, empecé a tener amagos de calambres. Me rehíce como pude, consiguiendo pasar ese primer kilómetro que concentra las principales dificultades, y a partir de ahí, ya sin grandes problemas, aunque resultando un poco agónico. Parecía que no acabaría nunca, y es que te das cuenta de que un puerto es “superduro”, cuando las rampas al 10% resultan “descansitos”…
Por fin, encontré el Monumento a la Vaca Pasiega, donde estuvo instalada la Meta de la Etapa de la Vuelta, aunque tras un tramo de bajada, aún quedaba otro kilómetro exigente hasta la cima…Ni siquiera tuve ganas de sacar alguna foto, y simplemente me dejé caer hasta el coche. En total, 104 km, y 3.100 m. de desnivel…bastante más de los previsto.
Dicen que “Cantabria es Infinita”, y lo cierto es que han quedado muchas cosas pendientes, pero como soy algo mitómano, algo que quería hacer sí o sí, era “recrear” el final de Etapa en Fuente Dé, de la Vuelta 2012, en la que Contador hizo la célebre gesta de atacar a 50 km de meta logrando la victoria…
La peguilla que tenía, era que para pasar por el Collado de la Hoz, donde se produjo el ataque, llegar a Fuente Dé y volver al punto de partida, el recorrido se me iba a 125 km, así que había que apretar un poco para retrasarme lo menos posible. La salida, desde Panes, buscando Sobrelapeña, donde arrancaba de forma suave el puerto. Iba pensando en cómo fue posible hacer hueco en ese terreno, pero en Lafuente, encontré la  explicación en la rampa al 10 %  que hay a la salida, y que se prolonga durante 1 km. La parte final, aunque ya más suave,  se hizo larga...Collado dela Hoz es un puerto engañoso.
 
El descenso hacia La Hermida, muy rápido, y bastante más interesante en cuanto a paisaje, con la anécdota de pasar por el “Linares” cántabro.
 
 
 
 
 
Desfiladero de la Hermida
Ya en la carretera hacia Potes, un cartel indicador de “Parador de Fuente Dé a 38 km”, sabiendo que todo era picando hacia arriba, me hizo dudar de si podría llegar sin que se me hiciera más tarde de la cuenta. Pero había que intentarlo, así que puse “velocidad de crucero”, llegando a Potes después de 15 km, a través del precioso Desfiladero de La Hermida.

Potes 

Qúe bien me hubiera venido haber tenido "labor de equipo" como Contador, porque la verdad es que los kilómetros pasaban muy despacio. Ya con ganas de que empezara la subida propiamente dicha, por fin en Camaleño, la carretera empezó a ganar pendiente, pero todavía quedaban 16 km para el final.  En Espinama, ya solo quedaban 4 km, para la meta, los más exigentes, pero viendo que llevaba poco más de 3 horas, pensé que la situación estaba controlada.
 
Tras el último esfuerzo, pasado el cartel, la recompensa de disfrutar del maravilloso entorno de los Picos de Europa que rodea este enclave…me quedé con las ganas de montar en el teleférico que sube a las cumbres.
 
Después de las fotos de rigor, media vuelta, y a echar el resto, aunque afortunadamente, solo quedeba 50 km, y todo favorable. De hecho saltó una alarma del Garmin avisando de que había batido un record, El de los 40 km más rápidos (1:03:38).  Enseguida, estaba de nuevo en el desfiladero de la Hermida, ya con tan solo 10 km por delante. Llegando a Panes, por cierto perteneciente a Asturias, paré el crono en 5.10, a 24,5 Km/h de media, bastante bien para 127 km y 2.100 m. de desnivel.
 
Como comenté al principio, el Desafío Oscar Freire no presentaba grandes dificultades, salvo el alto ritmo con el que seguro se haría.  De hecho, como se me antojaba poco, decidí rodar una hora antes, saliendo desde Suances, donde estábamos alojados, hacia Santillana del Mar. Para este día daban agua, y aunque amaneció seco, de madrugada hubo una buena tormenta, y sorprendentemente, encontré nieve en las cunetas, prácticamente a nivel del mar.

Santillana del Mar
Freire, Indurain y Revilla, en la línea de salida
En Santillana, me recreé un poco más de la cuenta, llegando a lo justo al Complejo Polideportivo de Torrelavega, donde estaba situada la salida, por lo que me tuve que colocar a cola del pelotón. Por cierto, significativa la presencia del presidente cántabro para cortar la cinta, lo que refleja la diferencia que hay en el apoyo a estas pruebas en unos sitios y en otros…



Aunque, las expectativas no eran altas, debido al desgaste acumulado en los dos “etapones” que había hecho, salí a tope, tratando de remontar, hasta acomodarme en el grupo que iba a un ritmo adecuado para mí. Pronto estábamos en Cabezón de la Sal, donde se celebra “Los 10.000 del Soplao”, continuando hacia San Vicente de la Barquera, primer contacto con el Cantábrico. De ahí, un bucle pasando por Pechón, pasando por la Ría de Tina Menor, uno de los puntos más atractivos del recorrido.  Aquí ya el terreno se había convertido en un continuo sube y baja, acentuándose tras un nuevo paso por San Vicente de la Barquera, desde donde ya iríamos bordeando por la costa hasta prácticamente los últimos 10 km. En los repechos, veía que era uno de los que mejor iba de mi grupo, bastante numeroso por momentos, pero al paso por uno de los puntos cronometrados, me despisté y no pasé sobre la alfombra, lo que me obligó a retroceder y volver a pasar, perdiendo algo de tiempo, y teniendo que hacer un esfuerzo extra para volver a conectar.
 
 

En una de las rotondas, un voluntario comentó que teníamos a Indurain cerca, lo que animó al personal a incrementar notablemente el ritmo, que ya en las calles de Torrelavega, casi no podía seguir, en parte, porque me había saltado el avituallamiento, haciendo todo el recorrido con una barrita y un gel.  Llegué a meta casi desfallecido, y me fui directamente a por el bocata que daban, pero justo al primer bocado, me topé de frente con D. Miguel, que muy amablemente  dejó que me hiciera un selfi  con él. Precisamente, buscando objetivos para la temporada, iba pensando que si le veía, uno de estos sería “La Indurain”, que se disputa en Pamplona el 21 de Julio, así que creo que ya tengo plan para el verano.

De vuelta en Suances
El resultado, mejor de lo que esperaba, por encima de la mitad de la tabla (173 de 400),  a una media de 30,5 km/h y a menos de 5 minutos de Indurain.

Para el último día, el objetivo era Peña Cabarga, que se me había quedado pendiente, descartando Alto Campoo, pero amaneció diluviando. Aunque estaba dispuesto a mojarme, consulté el “rain alarm”, y vi que en la zona de Reinosa parecía estar despejado. Así que después de pensarlo un rato, decidí mejor tirar para allí. Por el camino, hasta cayó algo de agua-nieve, pero efectivamente, por las montañas se veía soleado. Buscando un punto de salida adecuado, me encontré el Nacimiento del Ebro, bonito sitio, y lugar emblemático de la geografía española, pero sobre todo, ideal para dejar aparcado el coche. Simplemente se trataba de subir y volver a bajar, y además, sin muchas dificultades, salvo la distancia: 21 km hasta Fuente del Chivo.
 

Subiendo hacia Alto Campoo
 
Los primeros 7 km, por carril bici, prácticamente llanos, hasta llegar a la Lomba, donde ya empezaba a tener más entidad la subida. Las piernas no respondían mal, y podía subir cómodamente, disfrutando del paisaje, cubierto por completo de nieve.
 
 
 
Casi sin “despeinarme”, llegaba a Brañavieja, donde se encuentra el desvío hacia Fuente del Chivo, aunque un cartel indicaba “carretera cortada”. Seguí para ver hasta dónde podía llegar, y aún pude hacer unos 3 kilómetros más (hasta donde habían pasado las quitanieves), quedándome a tan solo dos kilómetros de la cima. No supuso mayor problema, ya que había tenido un fin de fiesta más que bueno, terminando a tiempo para volver después con la familia.
 
 
Camino a Fuente del Chivo, hasta donde se pudo llegar.

 

 
Balance más que positivo, con cerca de 500 km, 8 puertos y 8.000 m. de desnivel, y con la suerte de haber podido esquivar el mal tiempo que llevábamos sufriendo todo el mes de Marzo.
De todas formas, me dejé bastantes sitios por visitar, así que a Cantabria habrá que volver, y necesariamente hacer alguna de sus pruebas más emblemáticas.
Lo próximo, las pruebas de Abril, Mayo y Junio....
 
 
 
 

 
 

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